Apaga y vámonos
Esta frase ha quedado como expresión de asombro, ante un hecho absurdo y disparatado. También se emplea para indicar que algo toca a su fin.
Se ve que la historieta que antecede a este modismo sucedió realmente en el pueblo alpujarreño de Pitres, término municipal que conocemos con el nombre árabe de La Tahá, y que se alza a orillas del río Bermejo.
Al parecer, los dos sacerdotes del cuento cruzaron una apuesta con el fin de saber quién de ambos era capaz de decir la misa con mayor brevedad. El primero de ellos, en lugar de usar la fórmula inaugural de la liturgia, Introibo ad altare Dei, abrió la ceremonia por el final: Marchad, vosotros sois enviados.
Dicho en latín: Ite missa est. El segundo clérigo, al observar de qué modo tan desvergonzado condensaba su competidor la eucaristía, se volvió al monaguillo para decirle: Apaga y vámonos.
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