25 de abril de 2020

Virgen de Montler

Día de la Virgen de Montler


Muchas felicidades a todos los Sastaguinos y Sastaguinas, por el día tan entrañable que no podemos celebrar, pero que seguro celebraremos en cuanto nos dejen.

Os pongo los videos que me han llegado por correo y que seguro habéis visto ya, pero que quede como recuerdo de un día de la Virgen de Montler que no se pudo celebrar como hubiésemos querido.


Honor y gloria a todos los de Sástago.



17 de abril de 2020

Virgen de Montler

La ermita de Montler, la peregrinación del sastaguino
A una distancia aproximada de 6 kilómetros de la Villa de Sástago y dentro de su jurisdicción municipal, sobre un montículo, se alza un pequeño templo rodeado de otros edificios que con el tiempo han sido construidos para albergue de los visitantes. La ermita o iglesia es de una sola nave con varios altares (traídos en su mayor parte del Monasterio de Ntra. Sra. de Rueda).Desde ella por la parte sur y oeste se vislumbra un bello paisaje; distinguiéndose perfectamente la villa de Sástago y los pueblos de Alborge, Cinco Olivas, Alforque y La Zaida, que parecen ofrecer homenaje de amor y reconocimiento a la Santísima Virgen de Montler.

Examinados documentos existentes en el archivo parroquial, relacionados con la función del Santuario, los datos que el Reverendo Roque Alberto Faci da en su reseña histórica y otros de los Condes de Sástago que obran en los archivos de sus antecesores, podemos asegurar que su fundación date de fines del siglo XIII y principios del XIV. Los condes de Sástago recibieron el encargo de edificar un Santuario dedicado al culto y veneración de la Santísima Virgen.
Al poco tiempo se presentó un venerable penitente, que por su virtud cortés mostraba su noble linaje, pero jamás hizo mención de sus antecesores. Dicho penitente se llamaba Juan Leer; llevaba una vida de continua y ejemplar penitencia y mortificación; se ocultaba en una cueva, en donde hacía oración; más su virtud era tan singular, que pronto su fama se extendió por Sástago y pueblos de alrededor. De el iban a buscar todos el consuelo para sus almas, no dejando hora de quietud a quien era venerable persona por su soledad y su oración; se refugió, por fin, en el monte en donde actualmente está el Santuario, y de aquí se le denomina desde aquellos tiempos MONTE DE LEER y a la Virgen de Montler, que allí fue colocada, se le dio el nombre de Virgen de Montler, nombre formado por contracción de la palabra monte y el apellido Leer del santo ermitaño.

La fiesta como es sabido se celebra el día 25 de abril, acudiendo todo el pueblo en romería, a diferencia de hace algunos años que la romería era con carros de tracción animal ahora se suele hacer con tractores y otros vehículos de tracción mecánica. A pesar de que el tiempo pasa, las tradicionales y costumbres afortunadamente son la cultura de los pueblos, y no siempre se hacen valer; esto va en deterioro de nuestro sastaguismo.
De las tradiciones que más se echan en falta son los puestos de venta que los bares de la localidad montaban, con tapas y bebidas, para los sedientos romeros que hoy lo solucionan con sus viandas particulares pero de verdad que esto se hace notar. Las carrozas han sido siempre lo más llamado a destacar; hoy por comodidad o por economía no pasan de ser un medio de transporte, particular de cada peña, ligeramente adornado. Deseemos que esto se revalorice y de el esplendor que hoy no tiene.
A la ermita se puede acceder por la carretera Sástago-Bujaraloz tomando el cruce situado a 3 km. de Sástago a la izquierda y que está señalizado. La zona de la ermita se puede visitar sin ningún problema. Para acceder al recinto hay que solicitar las llaves a la Parroquia Municipal de Sástago o poniéndose en contacto con el Ayuntamiento de Sástago. (Tfno: 976 178011)

Información del Ayuntamiento de Sástago

15 de abril de 2020

Patrón de Aragón

San Jorge y el Dragón
San Jorge es el patrón de Aragón y como tal lo celebramos cada 23 de abril, saliendo a las calles y haciendo romerías en todos los rincones de la provincia. Pero, ¿quién fue San Jorge?
La verdad que San Jorge es un santo con gran tradición en toda Europa. No sólo en Aragón o Cataluña, sino que otros países también lo consideran como un personaje importante en su santoral. No se sabe con exactitud si San Jorge existió o no, pero se le sitúa como un soldado romano de Capadocia (Turquía) que formaba parte de la cohorte del emperador Diocleciano. Fue el artífice de la liberación de la antigua ciudad libia de Silca de la rabia de un dragón. De ahí su relación con este personaje mitológico.
En Silca vivían bajo la opresión de tener que alimentar a un dragón que vivía en un lago cercano. Todos los días echaban un par de ovejas al lago para que no los atacara a ellos. Cuando no quedó ganado, decidieron alimentar a la bestia con jóvenes mujeres elegidas por sorteo. Un día llegó el momento en que fue la hija del rey la seleccionada para ser pasto del dragón. Justo antes del bocado que hubiera matado a la joven, apareció San Jorge montado sobre un caballo y clavó su lanza en el dragón. Lo atrapó y lo llevó hasta la ciudad, donde pidió a los ciudadanos que se bautizaran para después acabar con la vida de la criatura.
Sin embargo, su hazaña no le sirvió de mucho, ya que San Jorge confesó su fe cristiana. En época romana, la confesión predicada por Jesucristo era perseguida y castigada. Así sucedió con San Jorge, quién murió torturado y decapitado por orden del gobernador Daciano. Supuestamente el 23 de abril de 303 sería la fecha en la que falleció el mártir.
En Aragón se le venera porque el santo apareció en 1096 para ayudar a la huestes cristianas a recuperar Huesca. Gracias a su intervención sobre un caballo en la Batalla del Alcoraz, la ciudad fue recuperada
Después de estas líneas, el próximo 23 de abril ya podéis contar a todos vuestros amigos y familiares por teléfono o por video conderencia, qué se representa viendo a San Jorge montando en un caballo matando a un dragón.

Honor y Gloria Aragoneses

Puente de Sástago

Este es el documento de la reforma del puente de Sástago, con sus empresas y coste de la obra. A ver si la hacen bien y pronto.





13 de abril de 2020

Mucha Más Mierda Por Las Aceras


Mierdas por las aceras en cuarentena

Hoy he salido a comprar alimentos, llevamos muchos días de encierro y se van agotando las existencias en la despensa, que no en los súper mercados que están llenos. Al menos en mi barrio obrero y súper carero, todo ha subido una barbaridad, y de eso no dice nada el gobierno en las múltiples ruedas de prensa que da, o al menos yo no me he enterado, cada día veo menos la televisión.

Otra cósica que quiero contarles, el tema de sacar a los perros a pasear está bien, pero habrá que decirles a los dueños que tienen que recoger sus mierdas y no dejarlas por las aceras y por las puertas de los vecinos.

Y lo curioso es que dicen por la tele y por las radios que multan al que sale de casa sin motivo aparente y meten en la cárcel a los que se resisten a la autoridad.

Pero a los que pasean perros y dejan sus mierdas por las aceras no los multa nadie, oigan es que han pagado gula?, o es que como aparentemente nadie se cruza con ellos dejan cagar a sus mascotas del alma donde les viene bien. Que yo sepa, el ayuntamiento sigue reponiendo bolsas para coger las mierdas.

Exijo a la policía que multe y arreste a todo el que pille dejando cagar a sus perros por las calles. A ver porque el hecho de tener un perro, no te da derecho a recorrer a lo largo del día la ciudad de Zaragoza y alguno lo hace.

El que quiera tener un perro de mascota en su piso que se busque un cagadero y un meadero en su propia casa, o que amaestre a sus perros para que meen y caguen en la taza del inodoro, o del bidé si es perrica. Y la policía que actúe con algún tipo de tester, para ver si el perro ha cagado y donde.

En la puerta de mi casa hay una mierda de perro, que venga la policía, coja una muestra, identifiquen al perro y al dueño y le impongan una sanción ejemplar. Que salga en televisión, como los que rompen la cuarentena.

Y otra cosa, los parques estarán cerrados por orden gubernamental, pero los perros y sus dueños se pasean por los parque, los veo desde mi balcón.

BASTA YA DE MIERDAS POR LAS ACERAS!!

6 de abril de 2020

Semana Santa

Semana Santa de Encierro y Pasión


Ya tenemos aquí la Semana Santa de 2020, este año es muy diferente a las del resto de mi vida. Esta vez la paso en casa en compañia de mi mujer y con salidas restringidas a la calle.

Además, hoy me he mirado la cartera y he visto que el dinero que puse en ella el día 13 de Marzo sigue intacto, no me he gastado nada, algo increíble, ni un solo café.

Segun la ministra Irene Montero, a partir del día 26 de abril podemos llenar las calles, plazas, terrazas y bares, a ser posible que esten a tope de cerveza y tapas. Va a ser un día para recordar.

El problema, es que pertenezco a una cofradía y este año no vamos a salir en procesión, de modo que he decidido hacer la procesión en mi casa, con mi mujer.



Aquí va un video de la procesión.




2 de abril de 2020

General Palafox


La lección de humildad del héroe que defendía Zaragoza al altivo francés que le exigía rendirse
El 22 de diciembre de 1808, José de Palafox recibió una carta en la que Bon-Adrien Moncey le instaba a rendirse. La respuesta no se hizo esperar y se ha convertido en el ejemplo de la gallardía que demostró nuestro pueblo en la Guerra de la Independencia
Que no, señor, que no nos rendimos por mucha rabieta francesa que haya de por medio. Esta fue, en síntesis (aunque no con las mismas palabras), la brava respuesta que dio el entonces teniente general José Rebolledo de Palafox, artífice de la defensa de Zaragoza durante la Guerra de la Independencia, a todo un veterano mariscal de la Grande Armée de Napoleón Bonaparte cuando este le instó a rendirse. Corría por entonces diciembre de 1808 y la situación auguraba un largo sitio. Es decir: hambre, escasez de municiones, penurias y -a la larga- enfermedades.

Sin embargo, el mensaje que Bon-Adrien Jeannot de Moncey leyó el 22 con sello hispano (tras haber enviado él mismo una altiva carta exigiendo que Zaragoza abriera sus puertas) no dejaba lugar al equívoco: «La sangre española vertida nos cubre de gloria; al paso que es ignominioso para las armas francesas haber vertido la inocente. El señor mariscal del imperio sabrá que el entusiasmo de once millones de habitantes no se apaga con opresión, y que el que quiere ser libre lo es». La urbe terminó cayendo el 21 de febrero, dirán los libros. Y es cierto. Pero atrás quedaron dos meses y medio de épica resistencia.

Monceny en España...
Y eso que Bon-Adrien Jeannot de Moncey no era, desde luego, un don nadie. Cuando comenzó la Guerra de la Independencia ya peinaba canas (atesoraba la friolera de 54 primaveras a sus espaldas, casi 40 de ellas como militar) y se había enfrentado a los ejércitos peninsulares en una infinidad de ocasiones durante la Guerra del Rosellón, la invasión del norte del país perpetrada por la Convención gala en 1793. Si entonces era un destacado militar, su apoyo al golpe de Brumario y a Napoleón Bonaparte terminó de catapultarle hacia la cúspide del poder militar. Así, fue nombrado mariscal en 1804 después de haber dedicado sus últimos años a ser uno de los edecanes del «Petit corso».

Mariscal Moncey
La invasión napoleónica de España le sacó, en cierto modo, de un largo exilio de los campos de batalla. Veterano, pero no acabado, en 1808 avanzó, como bien explica R. P. Dunn-Pattison en «Napoleon's Marshals», junto a Murat hacia Madrid a la cabeza del 3er Cuerpo del ejército. Algunos de nuestros compatriotas, contemporáneos suyos de la talla del periodista y poeta Miguel Agustín Príncipe, dejaron sobre blanco que, aunque el mariscal se vio obligado a reprender al pueblo de la capital el 2 de mayo, en realidad era un hombre «dotado de un carácter apacibletemplado conciliador».

Más allá de que el perfil elaborado por Agustín sea o no acertado (algo difícil de determinar más de dos siglos después), los hechos contrastados nos confirman que Moncey recibió órdenes, allá por finales de mayo de 1808, de dirigirse hacia Valencia para conquistar la ciudad. Aquella fue su primera gran derrota.

El asalto a la urbe, que duró nada menos que dos meses, se saldó con la pérdida de casi un tercio de sus hombres y la necesidad de retirarse del frente perseguido por los combatientes españoles. Así, el mariscal se refugió en Iniesta a la espera de nuevas directrices.

Y Palafox en Zaragoza
Mientras Moncey se dejaba vidas y cartuchos en Valencia, en Zaragoza, 300 kilómetros al norte, las cosas no iban mejor para sus colegas de la Grande Armée. Y todo, gracias al buen hacer de nuestros antepasados. En la urbe dictaba y organizaba, gracias a la decisión unilateral del pueblo en armas, el nuevo capitán general de Aragón: José Rebolledo de Palafox. Un oficial de noble cuna que, tras llamar al alistamiento general después de conocer los sucesos del 2 de mayo en Madrid, se dispuso a defender con uñas, dientes y lo que se terciase una de las ciudades más determinantes de la región.

José de Palafox
A cambio, Palafox no tardó en recibir la visita de las tropas del mariscal François Joseph Lefebvre. El 15 de julio, unos 7.000 hombres y media docena de piezas de artillería a su mando se personaron frente a los muros de Zaragoza con el objetivo de ponerle cerco. Diez jornadas después, por si fuera poco, arribaron hasta las puertas otros 8.000 soldados galos. Afirman los cronistas que pintaban bastos (vaya que sí), pero el bueno del español dio la vuelta a la situación mediante un juego de sombras. Dejó la plaza al mando de uno de sus generales, salió de allí en secreto y regresó con unos refuerzos vitales que acabaron con las fuerzas de Napoleón.

Su movimiento fue un éxito. «Los franceses levantaron el sitio, poco después, al tener noticias de la derrota de Bailen y del repliegue general de sus ejércitos», explica el reputado historiador Alberto Martín-Lanuza en su artículo sobre este personaje elaborado para la Real Academia de la Historia. Pero vencer una batalla no significaba mandar, de golpe, a los hombres de Napoleón de vuelta a París. Para eso todavía quedaba mucho, pero que mucho plomo por disparar. Y tocaba prepararse para ello. «Conociendo que los franceses volverían sobre Zaragoza, se realizaron diversas obras de fortificación en la ciudad, se construyeron baterías y se pusieron en estado de defensa varios conventos extramuros», añade el experto.

¿Rendición?
Superado su ejército, la oficialidad francesa ordenó a Moncey, entonces a unos pocos cientos de kilómetros, llegar a la zona y hacer doblar la rodilla a Palafox. El mariscal pisó la urbe maña el 30 de noviembre de 1808 junto a su colega Ney, mientras los nuestros reclutaban más soldados y construían nuevas defensas. Así comenzó el que, a la postre, sería conocido como el segundo sitio de Zaragoza. «La defensa se hizo célebre no solo en España, sino también en toda Europa. Se resistió a un ejército francés compuesto de dos cuerpos, con más de 49.000 hombres, durante más de dos meses y medio», añade el historiador.

Aunque las bajas fueron cuantiosas para ambos bandos, lo que no se puede negar es que los franceses contaban con una capacidad casi insultante para enviar refuerzos a la zona. Así, el 20 de diciembre se unió a Monceny el 5º Cuerpo de Ejército del mariscal Montier, lo que hizo que el ánimo de los galos tocara techo. A la mañana siguiente, cansado de tanto Palafox por aquí y español por allá, la artillería napoleónica abrió fuego desde buena mañana contra Zaragoza.

Más que para causar bajas y ablandar las defensas (que también), con la finalidad de desmoralizar al contrario y favorecer una rendición que les evitara más muertos y heridos.

De esta guisa, Moncey envió, el 22 de diciembre, un altivo mensaje en el que exigía a Palafox la rendición de la ciudad:
«Señores, la ciudad de Zaragoza se halla sitiada por todas partes y no tiene ya comunicación alguna. Por tanto, podemos emplear contra la plaza todos los medios de destrucción que permite el derecho de la guerra. Sobrada sangre se ha derramado, y hartos males nos cercan y combaten. La quinta división del ejército grande, a las órdenes del señor mariscal Mortier, duque de Trevino, y la que yo mando, amenazan los muros. La villa de Madrid ha capitulado y de este modo se ha preservado de los infortunios que le hubiera acarreado una resistencia más prolongada.

Defensa del convento de Santa Engracia de Zaragoza en 1809

Señores, la ciudad de Zaragoza confiada en el valor de vecinos, pero imposibilitada de superar los medios y esfuerzos que el arte de la guerra va a reunir contra ella, si da lugar a que se haga uso de ellos, será inevitable su destrucción total.

El señor mariscal Mortier y yo creemos que vuestras mercedes tomarán en consideración lo que tengo la honra de exponerles y que convendrán con nosotros en el mismo modo de opinar. El contener la efusión de sangre, y preservar la hermosa Zaragoza, tan estimable por su población, riquezas y comercio, de las desgracias de un sitio y de las terribles consecuencias que podrán resultar, sería el camino para granjearse el amor y bendiciones de los pueblos que dependen de vuestras mercedes. Procuren vuestras mercedes atraer a sus ciudadanos a las máximas y sentimientos de paz y quietud; que por mi parte aseguro a vuestras mercedes todo cuanto pueda ser compatible con mi corazón y con las facultades que me ha dado el Emperador».

Brava respuesta
La respuesta no se hizo esperar. Esa misma jornada Palafox envió de regreso una nota en la que cargó contra todos los argumentos y afrentas que Monceny había expresado en su carta. Lo que más enturbió al español fue la amenaza de que los galos estaban dispuestos a destruir Zaragoza y su forma velada de hacer referencia a los «infortunios» que vivirían los soldados y los ciudadanos si no dejaban las armas y abrían las puertas. A su vez, saberse rodeado de un ejército de hasta 70.000 hombres (según sus propios cálculos) hizo que la decisión estuviera tomada desde el principio: la lucha continuaría.

«El general en jefe del ejército de reserva responde de la plaza de Zaragoza. Esta hermosa ciudad no sabe rendirse. El señor mariscal del imperio observará todas las leyes de la guerra, y medirá sus fuerzas conmigo. Yo estoy en comunicación con todas partes de la península, y nada me falta. Sesenta mil hombres resueltos a batirse no conocen más premio que el honor ni yo que los mando. Tengo esta honra, que no la cambio por todos los imperios.

Segundo sitio de Zaragoza
S. E. el mariscal Moncey se llenará de gloria si, observando las nobles leyes de la guerra me bate; no será menor la mía si me defiendo. Lo que digo a V. E. es que mi tropa se batirá con honor, y que desconozco los medios de la opresión que aborrecieron los antiguos mariscales de Francia.
Nada le importa un sitio a quien sabe morir con honor, y más cuando ya conozco sus efectos en 61 días que duró la vez pasada. Si no supe rendirme entonces con menos fuerzas, no debe V. E. esperarlo ahora, cuando tengo más que todos los ejércitos que me rodean.

El señor mariscal del imperio sabrá que el entusiasmo de once millones de habitantes no se apaga con opresión, y que el que quiere ser libre lo es. No trato de verter la sangre de los que dependen de mi gobierno; pero no hay uno que no la pierda gustoso por defender su patria. Ayer las tropas francesas dejaron a nuestras puertas bastantes testimonios de esta verdad, no hemos perdido un hombre, y creo poder estar yo más en proporción de hablar al señor mariscal de rendición, si no quiere perder todo su ejército en los muros de esta plaza. La prudencia, que le es tan característica y que le da el renombre de bueno, no podrá mirar con indiferencia estos estragos, y más cuando ni la guerra, ni los españoles los causan ni autorizan.

Solo advierto al señor mariscal que, cuando se envía un parlamento, no se hacen bajar 2 columnas por distintos puntos, pues se ha estado a pique de romper el fuego, creyendo ser un reconocimiento más que un parlamento.

Tengo el honor de contestar a V.E., señor mariscal Moncey, con toda atención en el único lenguaje que conozco, y asegurarle mis más sagrados deberes».

ABC Historia