19 de julio de 2020

El Puente de Sástago

El puente de Sástago avanza a buen ritmo hacia su solución definitiva.













Esto va muy bien encaminado.

Fotos: Tertulias de La Manqueta

15 de julio de 2020

11 de julio de 2020

Nueva Junta en la 3ª Edad de Sástago

La nueva junta de la Asociación de la 3ª Edad de Sástago, se pone en marcha.


Discurso completo de la nueva presidenta Yolanda Piñol Ferruz.

ASAMBLEA 11 DE julio de 2020

Buenas tardes.
Como todos sabéis, el pasado 27 de junio se realizó el cambio de presidente, siendo la única candidata Yolanda Piñol, o sea, yo.

En estos días he estado intentando formar una junta, cosa complicada ya que poca gente se quiere involucrar, pero al final he conseguido reunir a una serie de gente con la que creo que vamos a formar un buen equipo. Os los presento, junto con sus cargos:

Presidenta y tesorera: Yolanda Piñol Ferruz
Vicepresidente y secretario: Víctor Galindo Morer
1er vocal y responsable de mantenimiento: Jesús MinguillónFerruz
2º vocal y responsable de La Voz de la Tercera Edad: Fernando Benito Gascón
3er vocal: Pilar Vallespín
4º vocal: Rafael Sánchez Jerez
5º vocal: Mercedes García Sanz
6º vocal: José Maria Sánchez Camacho

Hay una tercera mujer casi confirmada, que por circunstancias personales no se podrá incorporar hasta dentro de un par o tres de meses. Creemos que será una buena aportación para esta junta.

Y ahora paso al segundo punto de esta reunión, contar un poco las acciones que tenemos previstas.

Lo prioritario para nosotros en sanear un poco la economía de esta Asociación, ya que tal y como informó el anterior Presidente en la última asamblea, el ejercicio de 2019 finalizó con un déficit de 400 y pico euros.  Es importante encontrar nuevas fuentes de ingresos, ya sea a través de subvenciones, ayudas de empresas, donativos, o bien a través de las cuotas de los socios.

Ya sé que esta medida va a ser totalmente impopular, pero nos parece necesaria. No pretendemos aplicar una subida drástica, lo que nosotros buscamos es llegar a eliminar la diferencia (que nos parece fuera de lugar en los tiempos que estamos), la diferencia entre las cuotas de hombres y mujeres.

Actualmente los hombres pagan 27 € al año, frente a los 21 € de las mujeres. La idea es de subir para el próximo año 2 € a las mujeres (algo que no supone ni 25 cts. al mes) y 1 € a los hombres. Y así en los sucesivos años ir aumentado progresivamente hasta alcanzar una igualdad.

Ni que decir tiene que, en el caso de se encontraran los ingresos necesarios por otro lado, intentaríamos que esta igualdad se realizara a la baja.

De todas formas, esta medida no se aplicará hasta enero del 2021, pero creímos mejor informaros ahora de que está en proyecto.

Otro punto que os queríamos comentar es la intención de retomar la edición de La Voz de la Tercera Edad, la revista anual de la Asociación, y de la que tan orgullosos estamos. Para ello contamos con Fernando Benito, la persona idónea para este proyecto, y que ya ha empezado a moverse para hacerlo realidad. Será complicado llegar a publicar una revista con la calidad de la anterior, admirada en todo Aragón, pero seguro que Fernando, dentro de nuestras más modestas posibilidades, consigue hacer algo digno y satisfactorio.

He de decir, y aquí ya entro en el apartado de los agradecimientos, que para poner en marcha este proyecto, contamos con la colaboración inestimable de Antonio Enfedaque, principal impulsor de que esta revista no se pierda en el olvido. Tanto Antonio, como Manolo Torrijos, han sido de gran ayuda para explicarnos un poco los entresijos de esta Asociación, y para poner un poco de orden en la situación que nos hemos encontrado, ya que por motivos que todos sabemos de coronavirus y enfermedad, los últimos meses no han sido los más propicios para dirigir una asociación.

Al margen de la revista, tenemos previsto realizar un boletín informativo, posiblemente trimestral, en el que haya un resumen del estado de cuentas y se comuniquen cuantas novedades haya podido haber en ese periodo de tiempo.  El objetivo es mantener a todos los socios debidamente informados del desarrollo de nuestra gestión.

Y esto me ayuda a pasar al siguiente punto: meriendas, comidas, viajes y fiestas.

Por el mismo motivo que he comentado, el dichoso coronavirus, no se nos está permitido realizar ningún acto que pueda poner en riesgo la salud de los asistentes, como son todos los que os he nombrado. Ni siquiera nos está permitido dar un pequeño picoteo hoy, como teníamos pensado, ya que el hecho de quitarse la mascarilla para comer conlleva una más fácil transmisión del bicho, y por desgracia, nosotros formamos parte del colectivo más vulnerable.

De todas formas no queremos dejar de agradecer vuestra asistencia, así que al finalizar la asamblea estáis todos invitados a un café o refresco, lo que más os apetezca.

Y, eso sí, en cuanto toda esta pandemia esté totalmente controlada, contad con una merienda o comida o fiesta de hermandad, para celebrar que estamos todos bien.

Lo que si tenemos en mente es realizar una serie de actividades lúdicas que nos permitan pasar estos tiempos que corren lo más entretenidos posible, pero de eso ya os iremos informando conforme se vayan concretando.

La junta está abierta a cualquier idea, sugerencia o crítica, para ello se pondrá un buzón de sugerencias, o bien os podéis dirigir a cualquier miembro de la junta, siempre que se encuentre en las instalaciones.

Y termino dando las gracias a todos aquellos que os habéis ofrecido para echar una mano en lo que hiciera falta, no descarto que alguna vez os necesitemos, y en especial y como ya he dicho antes, a Manolo Torrijos y Antonio Enfedaque, Presidente y Vicepresidente de una anterior junta.

No se si mis compañeros quieren añadir algo más, si no pasamos ya a los ruegos y preguntas.


Buenas tardes:

Me llamo Fernando Benito y no pude estar presente en la asamblea pero estoy al tanto de todo lo que aconteció, gracias a mis compañeros de junta. Como responsable del boletín "La Voz de la 3ª Edad" quiero decirles, que toda la junta con la presidenta al frente, estamos implicados y con ganas de hacer, en todos los apartados que como bien ha dicho nuestra presidenta, hemos de arrimar el hombro para sacarlos adelante.

Nos encontramos con un problema económico, que va a ser difícil de solventar, pero que con la colaboración de todos los socios y las gestiones de la junta se solucionaran, al menos ese es nuestro deseo.

En cuanto al boletín, decir que se intentara hacerlo lo mejor posible y que para lograr el objetivo se necesita la colaboración de todos los socios y amigos de la 3ª edad, para ello, pedir a todo el que desee escribir algo sobre su pueblo o relacionado con el, que no se corte un pelo y escriba y entregue sus escritos a cualquier miembro de la junta, lo publicaremos gustosamente acompañado de fotos, en el futuro boletín.

El boletín es importante, pero más importante es solucionar los problemas del día a día de la asociación, para que estéis en el local social como en vuestras casas, sin goteras, calientes, frescos y con facilidad de acceso a todos los rincones de la asociación


Nada más, gracias a todos por su asistencia. 


Batalla de Pavía 1525


Pavía, donde el arcabuz español aplastó a la caballería francesa

En 1525, unos tercios aún sin formar derrotaron a la mejor caballería de Europa
Manuel P. Villatoro

Con el arcabuz en ristre, decenas de balas en el zurrón y la sangre del enemigo sobre sus camisas. Así combatieron los soldados hispanos que, en 1.525 y en las afueras de la ciudad de Pavía, se enfrentaron a la que, por entonces, era la mejor caballería de Europa: la francesa. Aquella jornada, los territorios italianos fueron testigos no sólo de una victoria aplastante del ejército imperial de Carlos I, sino de un cambio de mentalidad, pues se constituyeron las bases de los que, en un futuro, serían los temibles tercios españoles.


El cetro hispano era sujetado entonces por las reales manos de Su Majestad Imperial Carlos I, quien, desde 1519, ostentaba el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos V. Los territorios del soberano se extendían además por media Europa, pues, testamento por aquí, herencia por allá, el rey había logrado aunar bajo su corona a España, parte de Italia, Austria, Alemania y Flandes. Sin duda, un imponente legado para un joven de tan sólo 19 años.

«Leyva resistió en Pavía contra un ejército cuatro veces superior»Sin embargo, no todo era jolgorio en el territorio europeo pues, desde tierras galas, se abalanzaban vientos de guerra guiados por el monarca francés Francisco I. Y es que, el coronamiento de Carlos no fue precisamente una alegre noticia para el gabacho, quien, desde hacía años, buscaba para sí el título de emperador. A su vez, tampoco ayudó a mantener la paz entre ambos reinos el que «la France» se viera rodeada casi en su totalidad por los territorios del Sacro Imperio. No había más que hablar. Transpirando envidia, el franco decidió meter su gran nariz en los asuntos militares del país y lanzó a su ejército contra las huestes imperiales.
Huir o morir
Así pues, el calendario marcaba el año 1524 cuando el galo cruzó los Alpes en busca de venganza. Su objetivo: la conquista de Milán y sus territorios limítrofes (una zona conocida también como Milanesado y que, en aquel tiempo, estaba controlada por las tropas de Carlos I). El derramamiento de sangre era seguro entre ambos contingentes. No obstante, y ante tal número de enemigos, las huestes imperiales prefirieron poner pies en polvorosa (una retirada táctica que se dice, o más bien huida) y refugiarse en las fortalezas y ciudades cercanas.

«Carlos I envió a 25.000 hombres para romper el sitio»«Las fuerzas imperiales, en inferioridad de condiciones, se replegaron a Lodi, dejando en la ciudad fortificada de Pavía una guarnición de dos mil españoles (la mayoría arcabuceros) y cinco mil alemanes al mando del navarro Antonio de Leyva, un veterano de las campañas del Gran Capitán, que se aprestó para resistir en esa plaza el asalto de los (…) hombres del ejército francés», determinan el periodist a Fernando Martínez Laínez y el experto en historia militar José María Sánchez de Toca en su obra «Tercios de España. La infantería legendaria».

A pesar de estar atrincherado en una ciudad fortificada, la situación distaba mucho de ser idónea para Leyva. Y es que, no sólo disponía de un escaso contingente con el que resistir hasta la llegada de refuerzos, sino que la mayoría de sus hombres eran lansquenetes alemanes –mercenarios que no tendrían reparos en abandonar la defensa de Pavía en el caso de no recibir su sueldo periódicamente-.
La bolsa o la vida
Los defensores no tuvieron que esperar mucho para observar los pendones decorados con la flor de lis cortando el horizonte. Concretamente, fue en noviembre cuando Francisco I hizo su aparición frente a la pequeña Pavía con más de 17.000 infantes, una cincuentena de cañones y 6.500 de sus más temibles caballeros acorazados. Pocos días después pusieron sitio a la ciudad y, pólvora en mano, iniciaron un bombardeo constante contra los hombres de Leyva.  
Con todo, parece que en aquellas jornadas la suerte estaba del lado de Carlos I, pues ni los soldados ni los proyectiles galos lograron atravesar las murallas hispanas. «Los repetidos ataques a Pavía de las tropas francesas no consiguieron nada salvo acabar con un creciente número de bajas. Además, el mal tiempo y las pésimas condiciones del terreno, cada vez más embarrado, comenzaron a pasar factura entre los sitiadores. Para empeorar las cosas, la artillería comenzó a perder efectividad a causa de la escasez de pólvora, por las dificultades logísticas y la humedad reinante», señalan Juan Vázquez y Lucas Molina en su obra «Grandes batallas de España».

Aquel fue un asedio sangriento en el que los soldados no pidieron cuartel ni clemencia, pues sabían que lo único que obtendrían como respuesta sería una cuchillada. Sin embargo, la valentía y el arrojo de los defensores tenía un límite: el dinero. Y es que, conforme pasaban los días, se acrecentaban las posibilidades de que los lansquenetes, al no recibir sus pagas, se revelaran contra los mandos españoles.
Ante esta difícil situación, los oficiales hispanos no tuvieron más remedio que recurrir a medidas desesperadas. «En Pavía, los mercenarios (…) comenzaban a sentirse molestos porque no recibían sus pagas. Tras repartir la plata obtenida en las iglesias locales, los comandantes españoles empeñaron sus fortunas personales para pagar a los mercenarios. Viendo la situación, los dos mil arcabuceros españoles decidieron que seguirían defendiendo Pavía aún sin cobrar», señalan Vázquez y Molina.
¿Una ayuda suficiente?
Por otro lado, y mientras Leyva hacía frente a base de arcabuz y pica a un contingente casi cuatro veces superior al suyo, Carlos I organizó a marchas forzadas los refuerzos que acudirían en socorro de Pavía y en escarmiento del francés. Su Majestad Imperial constituyó un ejército de 4.000 españoles, 10.000 alemanes, 3.000 italianos, 2.000 jinetes y 16 piezas de artillería. Arma en el brazo y valentía en el zurrón, este ejército partió en enero de ese mismo año hacía Milán bajo el pendón de la Cruz de Borgoña y el águila bicéfala de Carlos I.
«Francisco I se lanzó a la carga dirigiendo a la caballería francesa»
 Francisco I, por su parte, también reforzó su ejército con 5.000 mercenarios y 4.500 arqueros franceses al recibir las noticias de la llegada del ejército imperial. No obstante, «sa majesté» gala cometió un error que, a la postre, pagaría a precio de oro. «Francisco I decidió dividir sus tropas (…) en contra de la opinión de sus mandos. Parte de ellas se dirigieron a Nápoles para tomar la ciudad ante la escasa resistencia española», destacan los autores de «Grandes Batallas de España».
Al parecer, el galo no valoró en ningún momento que Leyva o el ejército que venía en su ayuda pudieran hacer frente a su «armée». De hecho, tal era el grado de confianza que tenía en sus soldados, que no abandonó sus posiciones cuando, a principios de febrero, llegó el contingente imperial al mando del marqués de Pescara, Carlos de Lannoy y George von Frundsberg. Fuera por su voluntad inquebrantable, fuera por su orgullo, lo único cierto es que Francisco I se encontró repentinamente entre dos ejércitos: el de la ciudad de Pavía y el enviado por Carlos I –este último en su retaguardia-.

Con todo, la victoria tampoco se planteaba fácil para los imperiales, pues Francisco tenía a sus órdenes un gran número de soldados (aproximadamente 25.000), unos buenos pertrechos y, sobre todo, a miles de los mejores caballeros acorazados de Europa. Unos temibles jinetes que, con la lanza en ristre y con Francia en el corazón, dejaban tras su paso un reguero de muerte y destrucción allí por donde pisaban sus monturas.
Por ello, el galo no lo dudó: se aprestaría a la defensa hasta que el enemigo decidiera atacar. «El monarca francés tenía a su ejército protegido por una doble línea de fortificaciones (una rodeando la ciudad y otra haciendo frente a los imperiales) y decidió esperar el ataque. Sabía que los imperiales andaban escasos de dinero y víveres, y daba por hecho que los sitiados, hambrientos, se rendirían pronto», destacan Laínez y Sánchez de Toca en su obra.
El plan de acción
Así pues, las jornadas fueron pasando entre constantes duelos de artillería hasta el 21 de febrero, día en que los oficiales del ejército de refuerzo decidieron lanzar un ataque contra las líneas francesas. No había otro remedio, pues sabían que, si se limitaban a esperar, sus compañeros en Pavía podían flaquear y rendirse. Únicamente quedaba matar o morir.
«Los arcabuceros españoles decantaron la batalla del lado imperial»Tras profundas deliberaciones, los asaltantes establecieron un curioso plan de ataque. Durante la noche, un contingente imperial abriría una brecha en las defensas francesas con el mayor sigilo posible. A continuación, el grueso del ejército de Pescara pasaría a través de ese hueco y asaltaría la sección norte del campamento galo.
A su vez, se darían órdenes a Leyva para que, desde Pavía, hiciese una salida con sus hombres y se encontrara cerca del campamento francés con las tropas de Pescara para que, de esta forma, los sitiados pudieran recibir munición y alimentos. Finalmente, y como método de distracción, se estableció que varias unidades de arcabuceros iniciarían un intercambio de disparos con tropas galas en otro punto del campo de batalla.
Comienza la batalla
Establecido el plan de acción, ya sólo quedaba llevarlo a la práctica. «La noche del 23 al 24 de febrero, Pescara envió varias compañías de soldados “encamisados” (así llamados por llevar camisas blancas sobre las armaduras que les permitieran reconocerse en los combates nocturnos) para abrir brecha en los muros de las defensas francesas. Por ahí se lanzó el ejército de Pescara», señalan los autores españoles en su obra «Tercios de España. La infantería legendaria».
Una vez tomada la posición y rotas las defensas, una buena parte del ejército imperial se adentró en territorio francés. «Entraron primero 1.400 caballos ligeros y el Marqués del Vasto con 3.000 arcabuceros (2.000 españoles y 1.000 italianos); tras ellos, lo hicieron la caballería imperial apoyada por el resto de los españoles de Pescara y los alemanes que constituían el grueso, finalmente, los italianos con 16 piezas de artillería ligera», destaca Andrés Más Chao en el volumen titulado «La infantería en torno al Siglo de Oro» de la obra conjunta «Historia de la infantería española».

Sin más visión que la oscuridad de la noche, el contingente imperial avanzó a través del terreno francés con el firme objetivo de repartir todas las cuchilladas posibles a los franceses. Sin embargo, y como era de esperar, el plan tuvo un repentino fallo: los galos advirtieron al poco la presencia del ejército de Pescara.
Corrían las 6 de la mañana cuando, alertados por el ruido, los galos tomaron posiciones alrededor de la parte norte de su campamento. De hecho, las sospechas ante un posible ataque imperial inquietaron tanto a los centinelas que enviaron a una unidad de caballería ligera y a un contingente de infantería suiza para reconocer el terreno.
No habían pasado ni unos minutos cuando esta fuerza se encontró con la vanguardia del ejército de Pescara. «Pronto entraron en contacto la caballería ligera francesa con la española, y los piqueros suizos con los (…) alemanes, que les superaban en número. Los suizos consiguieron apoderarse de varios cañones imperiales antes de entrar en contacto con (…) los alemanes, pero pronto comenzaron a ceder terreno. La lucha fue a muerte», añaden Vázquez y Molina.
De esta forma, en plena noche y con una visibilidad nula debido al precario tiempo que castigaba las tierras italianas, se inició la contienda. Espada contra escudo y pica contra armadura, los franceses lograron en un principio acabar con muchos hombres de Pescara pero, finalmente, la tenacidad imperial se terminó imponiendo y, tajo aquí, sablazo allá, los galos acabaron perdiendo ímpetu y cedieron terreno.
La victoria del arcabuz
Mientras la vanguardia sostenía su propio combate, el grueso de la infantería española -seguida además por una unidad de caballería- recibió órdenes de girar y continuar la marcha hacia el campamento francés, pues era de vital importancia tomar esa posición. Sin atisbo de duda, los soldados iniciaron el camino sin saber que, a unos pocos kilómetros, se ubicaba la principal batería de artillería francesa.
No obstante, no tardaron mucho en descubrirlo pues, en cuanto vieron la primera pica, los galos iluminaron el cielo con los fogonazos de sus cañones, cuyas balas cayeron de forma implacable sobre los españoles. «Las mayores bajas imperiales se sucedieron en esta fase, tal vez unas 500, antes de que los veteranos infantes pudiesen ponerse a cubierto entre las desigualdades del terreno», completan los autores de «Grandes batallas de España».
Tal fue el zarpazo de la artillería francesa que Francisco I se decidió a dar el golpe de gracia a los españoles y, tras embutirse en su armadura, dirigió una devastadora carga sobre estos desafortunados enemigos. El ataque fue de tal virulencia que desbarató totalmente a los jinetes pesados de Pescara y desconcertó a la infantería aliada.
La contienda parecía perdida para el bando imperial. Desorganizados y en inferioridad numérica, poco podían hacer los españoles ante aquellos feroces caballeros de armadura completa. Sin embargo, en ese delicado momento una idea cruzó la cabeza de Pescara. A voz en grito, el oficial ordenó a 1.500 de sus arcabuceros retirarse hasta un bosque cercano a toda prisa y, desde allí, descargar todo el plomo y la pólvora posible contra los jinetes. Para sorpresa de los presentes, los disparos no sólo detuvieron la carga enemiga, sino que acabaron con muchos de los caballistas y desmontaron a tantos otros.
El asalto final
A su vez, y durante este momento de incertidumbre, Leyva sorprendió a Francisco I saliendo de Pavía con todos sus hombres y atacando el flanco francés, lo que permitió a los jinetes españoles reagruparse y lanzarse contra los enemigos con una fuerza renovada. En tan solo unos minutos, la batalla había dado un vuelco del lado imperial y, para desgracia de «sa majesté» gabacha, poco podían hacer ya sus tropas por remediar la situación.
Finalmente las tropas imperiales, apoyadas además por los disparos de los arcabuceros, obligaron a los franceses a poner pies en polvorosa. Con los galos huyendo y la línea de batalla enemiga rota, los soldados del bando imperial no tuvieron más que levantar sus brazos en señal de victoria.
«La derrota francesa fue aplastante. Más de 10.000 muertos y 3.000 suizos prisioneros, que fueron puestos en libertad a condición de no volver a combatir contra Carlos V. El rey Francisco I fue capturado después de que un arcabucero le matara el caballo, y sería trasladado cautivo a Madrid. Las pérdidas imperiales no superaron los 500 hombres contando muertos y heridos, entre éstos últimos el propio marqués de Pescara», finalizan Laínez y Sánchez de Toca.
ABC HISTORIA
Cuadros: Ferrer Dalmau

9 de julio de 2020

Demasiados Infectados

COMUNICADO DEL COLEGIO DE MÉDICOS
Queremos hacer un llamamiento al sentido común de las personas que han tomado el desconfinamiento como si se hubiese terminado la pandemia, y hubiésemos vuelto a la normalidad anterior al comienzo de esta crisis.
Todavía después de tantos fallecimientos a nivel mundial, muchos ciudadanos no se toman en serio que tenemos que protegernos y proteger a los demás, poniendo el mayor énfasis en el uso de mascarillas, lavado de manos y distancia de seguridad.
Infectarse con el coronavirus no es un resfriado común, después de unos comienzos de fiebres altas, dolores de garganta y opresión en el pecho como si se te fuera la vida, llega lo peor, necesitas reanimación.
Se habla de ventilación, pero mucha gente no sabe de lo que en verdad se trata. No es una máscara de oxígeno puesta en la boca mientras usted disfruta acostado pensando en su vida...
La ventilación invasiva para el COVID-19 es intubación que se hace bajo anestesia general, consiste en quedarse 2 a 3 semanas sin moverse, muchas veces boca abajo (decúbito prono) con un tubo en la boca hasta la tráquea, que le permite respirar al ritmo de la máquina a la que está conectado.
Usted no puede hablar, ni comer, ni hacer nada de manera natural.
La molestia y el dolor que siente necesitan de la administración de sedantes y analgésicos para asegurar la tolerancia al tubo.
Durante el tiempo que el paciente necesite la máquina para respirar estará en un coma inducido, esto es, un coma artificial.
En 20 días con este tratamiento, un paciente joven llega a tener una pérdida de masa muscular de un 40%, y la posterior reeducación será de 6 a 12 meses, asociado a traumatismos de la boca o de las cuerdas vocales. Es por esta razón que las personas ancianas o ya frágiles no aguantan.
Si llegaron a leer este mensaje hasta aquí, le agradeceríamos que lo compartieran para que entre todos nos tomemos en serio esto, ahora que se está volviendo a salir...sigan por favor las indicaciones y se lo tomen más en serio.
Esta pandemia termina cuando se encuentre la vacuna, no antes.

Este documento me llega por correo y parece que tiene tintes de veracidad, pero no se quien lo ha escrito ni si de verdad es oficial.

3 de julio de 2020

Limpieza del Canal Ya !!


Poda y limpieza del Canal ya ¡!

Increíble! Hay tramos del Canal Imperial de Aragón, que están cegados por el junquillo que se une desde ambas orillas y no deja ver el agua.

No sé qué pasa, si la empresa adjudicataria no trabaja, o el ayuntamiento no exige, o los vecinos, tenemos que coger los aperos del huerto y empezar a quitar las malas hierbas del canal.

Que está ocurriendo, no me extraña que se vean animales exóticos por el canal, algún día veremos una boa constrictor comiéndose un pato entero enroscada en algún árbol seco de los muchos que proliferan por las orillas.

Y esto no se lo pueden achacar al anterior equipo de gobierno, cierto que no me caían muy bien, pero el canal estaba limpio, ahora el canal está sucio, proliferan los bichos y nadie hace nada por arreglar la situación.

Le recuerdo al consistorio que el canal pasa por el puente de la Av. América y continua mas allá de la 5ª Julieta, de modo que pónganse en marcha y limpien el cauce, capturen a los bichos intrusos de nuestro ecosistema y limpien las orillas de mascarillas guantes y pañuelos de papel, cocodrilos, tortugas carnívoras de Florida y serpientes,  si las hubiere, entre otras cosas.

A ver; Yo no digo que los que están cobrando sin trabajar, se encarguen de los bichos; Pero quitar las hierbas seguro  que pueden y es un beneficio para todos, ya que entre todos les estamos pagando el ERTE, en fin, es una sugerencia para que no se acostumbren a cobrar sin trabajar, porque creo que eso no va a durar mucho tiempo. Lo mismo digo para los que cobran la ayuda del mínimo vital, tampoco va a durar mucho, de modo que deben acostumbrarse a hacer algo en beneficio de todos que le pagan, que somos los ciudadanos con nuestros impuestos, estatales, comarcales, consistoriales etc. Que son muchos y muy caros todos. No se engañen, los políticos no les pagan, les pagamos los ciudadanos, a los que los políticos nos esquilman con impuestos cada vez más altos y como no llegan, sacan nuevos impuestos.

Claro que cada día tienen menos margen para exprimirnos y eso también se acabara, y esta vez será difícil que los pensionistas saquen la crisis adelante porque a los que quedamos, ya nos han sangrado todo lo que han podido, que Dios nos coja confesados.

Un pensionista de a pie