Poesías de Julio Izquierdo.
A MI EBRO
Te escucho y te comprendo, río Ebro,
recostado en la paz de tu mejana.
Pasas grácil, sin prisa, atardeciendo
con un rumor que en ser laúd se afana.
Camuflado entre juncos te contemplo, río
y tu voz amorosa me conmueve.
Noto en el pecho un blanco escalofrío
cuando te intuyo en tu matriz de nieve.
Mañana estaré en el remanso lento
para charlar contigo frente a frente.
Necesito explicarte lo que siento
cuando me miras con esos ojos verdes.
CAMPOS DE MI PUEBLO
Campos ávidos de lluvia
y de caricias de sol;
serpeados de senderos
y atajos de labrador.
Campos de la tierra mía
de silencioso candor,
de alondras que me extasían
con sus poemas de amor.
Campos otrora pisados
con pies de esparto y lastón,
quisiera que fuerais pasto
de mi postrera visión.
Al amigo fiel
¿Qué sentirá un perro fiel
cuándo se muere su niño?
¿Lloran de pena los perros
cuando pierden un amigo?
¿Se disfrazarán de niebla,
para mitigar su duelo,
las ontinas de los campos
y el sol de los arroyuelos?
Preguntas y más preguntas
buscando luz y consuelo.
Preguntas incontestables
que atormentan mi cerebro.
CAMINANDO
Cómo duele la falsedad,
cómo el agravio.
Y cuan alegre es la música
del afecto.
Caminemos por los campos
amando las yerbas.
Caminemos por las calles
saludando a los árboles,
a las gentes.
Reflexionemos
ante las arrugas de las caras,
ante las grietas de las manos,
ante las corbatas raídas.
Dentro de cada persona
hay un corazón que llama
golpeando los esternones;
despedazándose.
Sonríe al desconocido.
Quizás de esa sonrisa
surja el amigo que tanto necesitas tú
y que tanto necesita él.
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