1 de octubre de 2010

Historias del Monte Bajo

La leyenda continúa........

Después de escribir el relato El Más de la Venganza, volvemos a relatar las peripecias de esta pareja de amigos que cada vez se acercan mas a una pareja de leyenda asombrosa, esta vez en dos historietas entremezcladas que espero sean del agrado de todos los lectores del Blog.

Es costumbre el día del desvede en toda la comarca del Bajo Aragón, que los cazadores que tienen el Más arreglado, van el día de antes a preparar una buena cena, dormir en los Mases en camastros o en sacos de dormir y al amanecer emprender la caza que sean capaces de levantar y tengan buena puntería para abatir.

En el desvede del 2004, nuestros protagonistas tenían que cenar en el más, pero nadie quiso hacer esa noche la cena, no se pusieron de acuerdo. De modo que alguien propuso ir a cenar a un conocido restaurante de Bujaraloz y todos estuvieron de acuerdo en hacerlo.

Hacia Bujaraloz se fueron los ocho de la cuadrilla y como no habían reservado mesa, tuvieron que esperar a que quedara sitio para cenar. Entre cerveza y cerveza, contaban historias de cosas que les habían ocurrido al uno o al otro.

Ángel contó una historia referida a su amigo Agustín y a la perra de este.

Agustín tenia una perra que solo le hacia falta hablar y un día cazando la zona con Ángel, fueron a parar a una paridera del monte. Desde lejos habían visto una furgoneta blanca que reconocieron como la del José, por lo visto había dejado la furgoneta en la paridera y se había ido a cazar por los alrededores, dejaron las escopetas abiertas sobre la capota de la furgoneta y la perra empezó a olisquear y al momento desapareció.

- ¡Esta es la furgoneta del José!
- ¡Si, estará por aquí cerca cazando!
- ¡Toma un cigarro!
- ¿Ande esta la perra?
- ¡No se, se ha ido por detrás del corral!

Aun no habían terminado la frase, cuando un enorme alboroto les llamo la atención a los dos cazadores.
Dentro del corral se oían animales correr, batir de alas de gallinas y la perra ladrando y corriendo de un lado para otro.

- ¡Mecaguenla!, ¿la perra que esta haciendo¿
- ¡Pues que debe haber gallinas dentro de la paridera y la perra ha entrao y la ha liao, pero del todo la ha liao, menudo follón!.
- ¡Lindaaaaaaaaaaaaaaa, ven aquí, Lindaaaaaaaaaaaaaaaa!.
- ¡Linda leches, ya veras la que va a armar la linda de los coj…….
- ¡Te voy a pegar cuatro tiros, Lindaaaaaaaaaaaaaaa, ven aquí!

De pronto todo quedo en silencio, Agustín miro a Ángel que asentía con la cabeza y el morro preto.
Por la esquina del corral aparece la perra moviendo el rabo, con los ojos radiantes y en la boca una gallina más grande que ella, la tenia agarrada con la boca por el cuello y la gallina parecía que estaba más muerta que las dos perdices que llevaba Agustín en el chaleco.

- ¡Mecaguen la perra del copón! ¡Linda, pero que has hecho, trae aquí esa gallina, pero como puedes confundir una gallina con una perdiz, te voy a matar, ven aquí!.

La perra no quería soltar su presa de ninguna manera, pero era muy grande y pesaba mucho, aunque la perra levantaba la cabeza, la gallina arrastraba y no podía escaparse de su amo que la cogio e intento quitarle la presa que tanto le había costado atrapar y que no estaba dispuesta a soltar.
Agustín tardo un buen rato en hacer que la perra soltara la presa, pero al final consiguió quitarle la gallina a la perra.

- ¡Pero tú te das cuenta de lo grande que es esta gallina si parece un pavo!.
- ¡Es que es un pavo!.
- ¡Que no, que los pavos son mas oscuros!.
- ¡Pero chiquer que no ves que tiene la cabeza calva!.
- ¡Pues ahora que lo dices es verdad, pero Linda que has hecho, te has cargao un pavo del dueño de la paridera, ahora que hacemos coooooo.
- ¡Ay chiquer, yo no se nada pero no vas a ir toda mañana con el pavo colgando, como te vea el dueño te pega dos tiros y con razón.
- ¿Mira a ver si esta la furgoneta abierta por casualidad?.
- ¡Abierta esta, la puerta de atrás por lo menos.

Agustín ni corto ni perezoso abrió la puerta de la furgoneta y tiro el pavo dentro.

- ¡Cuando veamos al José le diremos que le hemos metido una perdiz en la furgoneta.
- ¡Vale lo que tú digas Agustín, pero esa perra te va a traer muchos disgustos mira que no distinguir una perdiz de un pavo.
- ¡Que quieres pobre animal ha visto plumas y que se sabe ella animalico.
- ?Bueno que, vamos a seguir cazando o guisamos el pavo aquí mismo¿.

Ángel y Agustín emprendieron de nuevo la cacería, aun no habían perdido de vista la paridera cuando por el otro lado apareció José el dueño de la furgoneta se dirigió a la parte trasera, abrió la puerta y casi se cae de espaldas al ver un enorme animal aleteando dentro de la furgoneta, lo pillo tan de improviso que un supo identificar que clase de pajarraco era, cerro la puerta de golpe y se quedo mirando intentando descubrir que bicho era.
El estruendo hizo girar la cabeza a los dos cazadores y la perra se revolvió inquieta.

- ¡Quieta.., no te muevas de aquí Linda, que te pegaran dos tiros.
- ¡Menudo susto le has pegao al José, anda que la llevais buena la perra y tu.
- ¡Yo no le he pegao ningún susto ha sido el pavo.
- ¡Así que una perdiz grande muerta dentro de la furgoneta, no la llevas mala.
- ¡Que culpa tengo yo que haya resucitao el pavo.
- ¡No vas a tener mal pavo chiquer, como se entere que has sido tu el que casi lo mata de un infarto.

Entre una verdad y una mentira, fue pasando el rato hasta que el camarero les dijo que entraran a cenar, los ocho así lo hicieron y se pusieron moraos de cenar en el famoso restaurante.

Después de la cena retornaron al Mas para pasar la noche, mientras se acercaban a los coches como era de madrugada , alguien propuso matar unas liebres por el monte de modo que antes de llegar al Más se adentraron unos por un camino a la derecha y otros por uno a la izquierda.

Agustín y Ángel tuvieron suerte y pronto se hicieron con cuatro liebres al bajar del coche para recoger la ultima vieron las luces. Venían por un camino en dirección a donde estaban ellos, las luces parecían fantasmagóricas envueltas en una nube de polvo, luces abajo y luces arriba.

- ¡Mecaguen eso que viene es un todo terreno sospechoso vamos a salir de aquí pitando Agustín.
- ¡No te preocupes, no puede ser que vengan a por nosotros.
- ¡Monta que nos vamos

Salieron a toda velocidad por el camino entre una espesa nube de polvo, por el retrovisor Ángel veía como las luces se acercaban poco a poco.

- ¡No podemos quitárnoslos de encima chiquer, cada vez están mas cerca!.
- ¡Písale al acelerador dale caña!.
- ¡Te piensas que esto es un Ferrari o que chiquer!.
- ¡No te preocupes lo tengo todo controlao!.

Agustín abrió la guantera del coche, rebusco entre los papeles y saco una navaja de unos 5 centímetros la abrió miro a Ángel con una sonrisa.

- ¡Pero donde vas con esa navaja de juguete chiquer!.
- ¡Suficiente para cargármelos a todos!.
- ¡Pero a quien te vas a cargar tu chiquer con esa mierda de navaja!.

El todo terreno estaba pisándoles los talones, era como un coche fantasma entre tanto polvo, estaban a unos pocos metros.

- ¡Para el coche aqui mismo chiquer, que a estos me los cargo yo ahora mismo, o se identifican o me los cargo!.
- ¡Estas loco como una cabra Agustín!

Ángel paro el coche, Agustín salio con la navaja en una mano y la escopeta en la otra, el todoterreno paro también la nube de polvo se hizo mas espesa.
Agustín Monto la escopeta se apoyo en el techo del coche y lanzo la orden.

- ¡Alto quien vive!,!identificación o los liquido a todos, curas u obispos!.

Pasaron unos largos segundos antes que desde la ventanilla del coche se oyera…

- ¡Que somos nosotros coooooooooo!, este es capaz de empredenos a tiros.
- ¡Cooooooooooo, estas loco u que…., no ves que somos nosotros!.

Cuando se disperso la polvareda se vio con claridad toda la escena, el todoterreno era la furgoneta de los amigos que se habían metido por el camino de la izquierda y que venían al encuentro de Ángel y Agustín para ir todos juntos al Más a dormir, le habían puesto en el techo de la furgoneta un juego de luces portátil para ver mejor por los caminos del monte.

- ¡A quien se le ocurre venir a toda mecha persiguiéndonos a las tres de la mañana por un camino de monte que no lo transita ni las liebres
- ¡Pero a ti quien te perseguía, si veníamos en son de paz y nos encontramos a un emboscao con la escopeta encañonada echándonos el alto, anda chiquer estas como una cabra.
- ¡Otra vez os lo pensareis mejor antes de venir como veníais, que parecíais una nave extraterrestre, con tantas luces entre el polvo.
- ¡Bueno que, emboscao, nos vamos a dormir u que, que mañana tenemos que tirarle a las perdices y me paice que no las vamos a ver como no durmamos un poco.

Montaron en los coches y se fueron hacia el Más a dormir, mañana será otro día, quizás mejor que el de hoy.

Todo lo relatado, los nombres y los hechos descritos en este relato son pura fantasía, por si acaso.
Forman parte de las Historias del Monte Bajo y de dos personajes de leyenda….
El Garri y El Dubi.

Tertulias de la Manqueta

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