La rosa, la flor de Junio
La flor del mes de junio,
con su apariencia delicada y sus pétalos suaves al tacto, ha sido venerada a lo
largo de la historia como una de las
flores más hermosas y románticas. Desde los jardines antiguos
de Persia hasta los románticos escenarios de la época victoriana, la rosa ha
capturado la imaginación y el corazón de la humanidad. Su presencia en el mes
de junio es especialmente significativa, ya que coincide con el comienzo del
verano, cuando los
jardines abundan de colores y las rosas florecen en todo
su esplendor. Pero las rosas
no son solo hermosas a la vista; también tienen un
lenguaje propio, cada color de rosa transmite un mensaje
único y encierra un significado profundo.
Se sabe que los griegos y los hebreos cultivaban rosas y las empleaban en sus ceremonias nupciales. También se han encontrado rosas en las tumbas egipcias, cuya finalidad era acompañar a los muertos hacia la eternidad. Los romanos, por su parte, desarrollaron todo un arte en torno a estas flores: sus pétalos se utilizaban para crear alfombras en el suelo y para celebrar los días de fiesta, a modo de confeti.
Las plantas de las rosas se cultivaban principalmente en Egipto y en Persia. Los romanos comenzaron importándolas por barco, antes de cultivarlas ellos mismos. Para ello desarrollaron un sistema ingenioso que forzaba su floración, calentando los suelos de cultivo con canalizaciones de agua caliente. Aunque haya pocos testimonios escritos, se supone que la rosa de esta época era la Rosa de Damasco, que se fue expandiendo por los territorios del Imperio Romano a medida que estos iban aumentando.
Aunque sin duda los romanos ya trajeron algunas variedades de rosas a la Península Ibérica, se atribuye el cultivo y la introducción masiva de estas flores a los árabes de Al-Andalus.
Los rosales viajaron sin duda desde Persia hasta el Norte de África, llegando a los jardines arabo-andalusíes, donde se desarrollaron una gran variedad de rosas. Usadas por sus propiedades medicinales y decorativas, llegaron a convertirse en una planta muy común en España. Los jardines de Al-Andalus fueron un lugar de inspiración para artistas y poetas, que admiraron la belleza y el perfume de sus rosas. Además, los reyes musulmanes solían regalar rosas a sus cortesanos, lo que ayudó a aumentar su popularidad en el país. Un claro ejemplo de este tipo de jardines son los del palacio de la Alhambra, en Granada.
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