Vamos a leer un poco de poesía de Julio Izquierdo, este gran poeta que tenemos en la Ribera Baja del Ebro y de paso vemos alguno de sus cuadros.
TIEMPO
Llorar ante las ocres fotos viejas.
Ante el quicio desvencijado de la casa hundida.
Ante la plaza testigo de mil andanzas.
Ante los campos abandonados y yermos.
Andar, viendo con las entrañas,
por las sendas pisadas de la juventud,
por las calles de tierra y charcos.
Llamar en las casas vacías de los amigos
y evocar recuerdos en el cantón de las citas.
Mirarse las manos arrugadas
y los pies hastiados de tanto camino.
Sonreír a la afortunada lagartija
que vivirá mientras viva
en la misma grieta donde nació.
Sentir en las sienes el ritmo del tiempo,
que te repite, machaconamente,
las cosas no hechas;
los errores, las traiciones,
e ir pensando ya en la muerte;
en la cruel hecatombe de la muerte.
TODO ES MIO
Desde la
colina dorada de la tarde,
sentado en
el regio trono de esparto y ontina
y coronado
con aureolas de sol y bruma,
veo mi
pueblo, mi sol, mi río.
Todo lo que
abarca mi vista es mío:
incluso el
cielo que adorna el arco iris,
el paisaje
interminable
y la
vigilante cigüeña de la torre.
Todo me
pertenece.
Todo
SÁSTAGO Y EL RÍO EBRO
Hay un río caprichoso
que se llama río Ebro´
le gusta lucir su curso
bailando con mil requiebros.
Por Sástago pasa erguido
besuqueando los huertos,
y Sástago lo recibe
con los brazos siempre abiertos.
El Ebro quiso seguir
su andadura hacia la mar,
pero se prendó de Sástago
y no lo pudo olvidar.
Solicitó dar la vuelta
a la Virgen de Montler,
y la santa, complacida,
le concedió tal merced.
Esta vez besó lo campos
que alumbra el amanecer,
que ya por siempre vistieron
mantos de eterno vergel.
Cortesía de Julio Izquierdo
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