El sombrero de Sástago
Laura Lotero
Iba mi abuelo caminando por el Coso,
como era habitual en sus sábados de juventud. Pero no era un sábado cualquiera,
pues mi abuelo llevaba encima un sombrero que le había traído su padre, de
Sástago, un sombrerico de ala corta que mi abuelo lucía orgulloso, sintiéndose
el más guapo de todos los aragoneses.
Caminaba con tal ímpetu que no le importaba que le quedara un poco grande, y
olvidó que ésos eran días en que arreciaba el cierzo. Pues a mi abuelo se le
voló el sombrero y se le iba yendo hacia el cielo, con tal velocidad que apenas
pudo correr tras él. Se cansó de correr y seguirlo cayendo al piso desconsolado
tras su pérdida.
¿Qué podría decirle a su padre? No se había levantado aún cuando alzó la mirada y vio la más hermosa mano sosteniendo su sombrero, levantó un poco más la mirada y vio a quien le pondría con cuidado el sombrero todos los sábados al salir a caminar. Ahí supo que esa mano tomaría la suya hasta el último día. Ese día conoció a la que sería la madre de la mía.
¿Qué podría decirle a su padre? No se había levantado aún cuando alzó la mirada y vio la más hermosa mano sosteniendo su sombrero, levantó un poco más la mirada y vio a quien le pondría con cuidado el sombrero todos los sábados al salir a caminar. Ahí supo que esa mano tomaría la suya hasta el último día. Ese día conoció a la que sería la madre de la mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario