La batalla de Lepanto, la humillación de Don Juan de
Austria al Imperio otomano
Hace
445 la Santa Alianza se enfrentó en el Golfo de Lepanto al poderoso Imperio
otomano, en lo que Miguel de Cervantes definiría como «la más alta ocasión que
vieron los tiempos
ABC
Historia analiza los movimientos tácticos de ambas escuadras en un interactivo
que permite a los lectores avanzar a golpe de ratón por un Mediterráneo teñido
de sangre
Momentos previos
El fracaso de una
alianza cristiana contra los turcos a principios de siglo, que incluía a
Venecia, había obligado a los venecianos a estrechar lazos con los turcos. Sin
embargo, al inicio del reinado de Selim II,
los turcos dinamitaron las buenas relaciones con los venecianos al conquistar
en 1571 la rica isla de Chipre con la intención de acabar con el llamado
«cordón veneciano». El Papa Pio V vio en las desavenencias entre turcos y
venecianos la ocasión perfecta para formar su anhelada Santa Liga que
comenzó con la recaudación de impuestos en más de 300.000 parroquias y más de
150.000 conventos. Finalmente, en la Liga se integraron España, Génova,
Venecia, el Papado, la Orden de Malta y varios
ducados italianos, pero Francia y Austria, que prefirió evitar un nuevo
enfrentamiento con los turcos, se quedaron al margen.
Cronología
Agosto. 1570.
Los turcos desembarcan
en Chipre.
9 de sep. 1570.
La ciudad de Chipre,
Nicosia, no puede resistir el asedio de los turcos y cae ante el poderío
otomano después de dos meses de asedio. Mueren más de 30.000
personas y son hechas presas otras 20.000.
24 de mayo. 1571.
Pío V fuerza una
reunión con los representantes de Venecia y España y, finalmente, se firman los
acuerdos de la Santa Liga. La decisión es tomada ante el pavor que genera
la potente flota que han logrado reunir los turcos y la conquista de Chipre.
Así pues, quedan unidas bajo la misma bandera las regiones de España (que debía
sostener el peso de la mitad del total de las naves y los
hombres), Venecia, Génova, Malta, el ducado de Saboya, Toscana y los
Estados Pontificios. Todos, dispuestos a expulsar a la flota infiel de las
aguas del Mediterráneo.
La
Santa Liga
Las condiciones del
acuerdo de la Santa Liga. Firmado en mayo de 1571 entre Venecia, España y el
Papa:
-La duración de la
Liga sería ilimitada.
-La Liga debía ser
empleada para atacar a Turquía y sus plazas corsarias en el Norte de
África.
-La armada resultante
debía estar preparada para entrar en combate en abril de cada año, que es
cuando comenzaba la temporada de combates navales.
-España debía sufragar
la mitad de los gastos, Venecia una tercera parte y el Papado el resto.
-El generalísimo de la
Liga sería Juan de Austria, y cada nación participante (Venecia, la Santa
Sede y España) tendrían un capitán general propio.
-Ninguna de las
partes podría ajustar la paz con el enemigo por separado, sin
participación y acuerdo de las otras.
Mayo. 1571.
Como comandante en
jefe de esta alianza se seleccionó a Don Juan de Austria, hijo bastardo
de Carlos I y favorito del Papa. De hecho, se contaría después que
Pío V supo que él iba a ser el elegido mientras ofrecía una misa en Roma. Se
había percatado de ello al repetir tres veces durante la oración la frase
siguiente: «Hubo un hombre enviado por Dios llamado Juan».
Mayo. 1571.
Viaja a Madrid el
cardenal Miguel Bonelli para presidir en la iglesia de Santa María
una misa en honor a Juan de Austria, nuevo Generalísmo de la Armada
aliada. El hijo bastardo es visto ya como un salvador de la cristiandad por
parte no solo de los líderes y los soldados, sino también del pueblo llano. Los
turcos, por su parte, se enteran de que se está armando una flota a su mando y
aumentan sus ataques a buques católicos.
6 de junio. 1571.
Sale para Barcelona en
coche de caballos Don Juan de Austria para
ultimar los preparativos de la gran operación naval que se plantea realizar
contra la flota turca. En su viaje, el bastardo se detiene
enMontserrat para visitar y orar a la virgen.
16 de junio. 1571.
Don Juan de
Austria entra en Barcelona bajo salvas de artillería, sonido de campanas y
la aclamación de cientos de personas que han ido a disfrutar de su presencia.
Una vez en la zona, convoca a los generales hispanos para que se reúnan con él
y puedan iniciar el camino a Mesina. Allí se unirían con su flota a las
galeras papales y venecianas y saldrían a dar caza a la potente armada turca
que había asolado Chipre.
20 de julio. 1571.
Don Juan de Austria
sale de Barcelona con 47 galeras españolas en dirección a Mesina.
26 de julio. 1571.
El comandante en jefe
llega a Génova para unirse a los buques comandados por el condotiero
(mercenario) al servicio de España Juan Andrea Doria.
Agosto. 1571.
Las flotas comienzan a
reunirse en Mesina (al sur de Italia). Los primeros en llegar son los malteses
con tres navíos.
Una vez reunida en el
puerto de Mesina, la armada combinada pudo vanagloriarse de estar formada por
una intimidante fuerza de galeras (más de 200), fragatas y barcos de menor
importancia. Todo ello, aderezado por los soldados españoles más valerosos de
la época.
La
flota cristiana
Barcos
La flota del Rey
español (al mando de Juan de Austria -General en jefe-, quien se encuentra a
bordo de la capitana, «La Real»).
-90 galeras reales
(más grandes y mejor armadas que el resto): 54 de la Monarquía hispánica, 11 de
Juan Andrea Doria, 4 de Pedro Bautista Lomelin, 4 de Juan Ambrosio Negrón, 2 de
Jorge Grimaldi, 2 de Estéfano Mari y 1 de Vendinelo Sauli.
-50 fragatas y
bergantines.
-24 naves menores.
La flota del Papa (al
mando de Marco Antonio Colonna)
-12 galeras.
-6 fragatas.
La flota veneciana (al
mando del vetereno Sebastián Veniero, de 75 años)
-106 galeras.
-20 fragatas.
-2 naos.
-6 galeazas.
Otras galeras
-3 galeras de la Orden
de Malta.
-3 galeras de Génova.
-3 galeras del Duque
de Saboya. Entre ellas se cuenta la capitana, «La Piamontesa».
Infantería
29.000 hombres de
guerra.
14 compañías del
Tercio de Granada del maestre de campo Lope de Figueroa.
10 compañías del
Tercio de Nápoles de Pedro de Padilla.
6 compañías del Tercio
de Miguel de Moncada.
9 compañías del Tercio
de Sicilia de Diego Enríquez.
-11.000 soldados y
aventureros pagados por el monarca (1.000 de los cuales se quedaron enfermos en
Mesina).
2.000 hombres a las
órdenes del Papa y dirigidos por Honorato Gaetano 5.000 soldados de la
República de Venecia.
Septiembre. 1571.
La armada turca al
mando de Ali Pachá (el general en jefe enviado por el sultán
Selim) se posiciona a finales del verano en Prevesay, desde allí, se
dispone a pasar el golfo de Lepanto. Su objetivo es llegar a la zona,
asentarse en la posición y aguardar en un lugar seguro por si la flota
cristiana se plantea atacarles. Los turcos ya saben de su existencia, pero no
tienen constancia de su verdadera magnitud debido a los datos precarios
ofrecidos por los soldados cristianos capturados.
Septiembre. 1571.
Las órdenes del sultán
han sido claras y directas para sus oficiales: combatir a los cristianos allí
donde les encuentren.
La
imbatible turca
Al mando de Ali Pachá,
de quién decían que su juventud era tan grande como su ego, había un total de
274 naves y 35.000 hombres de guerra. A pesar de que el número de naves es
mayor que el de los cristianos, sus galeras son considerablemente más pequeñas
y sus soldados son bisoños o novatos (muchos no han pisado una galera en su
vida).
Buques
La flota de Mehmet
Sulik (alias «Siroco», corsario al servicio de Selim)
-51 galeras.
-2 galeotas.
La flota de Ali Pacha
(-General en jefe-, a bordo de «La Sultana»)
-87 galeras.
-8 galeotas.
La flota de Uluch Alí
(un antiguo cristiano convertido al islam)
-61 galeras.
-32 galeotas.
La flota de Amurat
Dragut (otro temido corsario de la época)
-8 galeras. -21
galeotas o fustas.
Infantería
-35.000 soldados.
(dirigidos por Pertev). Entre ellos, 2.500 jenízaros (soldados de élite del
ejército musulmán que se caracterizaban por tener que salvaguardar la vida del
sultán).
Agosto - septiembre. 1571.
Llega a Mesina un
nuevo emisario del Papa. (Monseñor Odescalco, Obispo de Pena) Su objetivo no es
otro que acabar con las dudas que pueda tener Juan de Austria antes
de enfrentarse a los turcos y, por descontado, repartir la gracia de Dios entre
los soldados cristianos. A su vez, el religioso organiza varias penitencias piadosas
como ayunos, hace una confesión general entre los combatientes y lleva a cabo
una procesión. Finalmente, da su bendición a cada uno de los barcos del puerto.
Agosto - septiembre. 1571.
En Mesina, antes de
partir, es necesario que más de4.000 soldados españoles embarquen en las
galeras venecianas, pues estas cuentan con un número muy pobre de infantes en
su interior, están mal equipadas y, a su vez, no tienen con suficientes
combatientes como para poder asaltar los bajeles enemigos. Esta medida es aceptada
a regañanadientes por el veterano oficial de 75 años Sebastián Veniero.
Tampoco puede hacer
mucho más que tragarse la disposición, pues viene del propio Juan de Austria.
El bastardo también ordena a sus galeras (que cuentan con 5 cañones en proa)
que retiren las hermosas esculturas de la proa de sus cascos ysierren los espolones
para que, llegado el momento de disparar, las balas sean más letales al seguir
una trayectoria recta.
16 de septiembre. 1571.
La flota combinada
sale con la vista puesta en el puerto de Corfú (una isla ubicada al noroeste de
Grecia). A esta región llegan el 27 de septiembre. Por delante del grueso de la
armada se destacan ocho naves de Juan de Cardona con órdenes de explorar la
zona. Una vez en Corfú, los buques de la Santa Liga se encuentran con un
espectáculo dantesco: la zona ha sido atacada por los turcos, que han
destrozado la ciudad a placer y sin apenas oposición. Los oficiales, y
especialmente el hijo bastardo de España, claman venganza.
28 de septiembre. 1571.
Los exploradores
informan a Juan de Austria de que la flota enemiga ha sido avistada en el
puerto de Lepanto. El bastardo real organiza un consejo de guerra para
determinar la forma en que actuará la armada combinada. Parece que ha llegado
el momento de combatir.
28 de septiembre. 1571.
A la reunión
asisten Marco Antonio Colonna, Agostino
Barbarigo (un noble veneciano encargado de dirigir una
buena parte de las galeras de su país), el Comendador Mayor, el maestre de
campo general Ascanio de la Corna, el marqués de Santa Cruz, Juan Andrea Doria,
Cardona, los príncipes de Parma y Urbino, Paulo Jordán Ursino, el conde de
Priego, don Miguel de Moncada y otros tantos. La mayoría son partidarios de
enfrentarse de una vez a los turcos y expulsarles de las aguas. Todos, salvo
Juan Andrea Doria quien, por miedo a que Ali Pachá cuente con una flota mayor
de lo que creen, aconseja prudencia y no entrar en combate. Finalmente se
decide luchar.
28 de septiembre. 1571.
Por su parte, Ali
Pachá organiza también un consejo de guerra. En él, sus oficiales discuten
acaloradamente la idea de enfrentarse a la Santa Liga. En principio, son muchos
los que solicitan prudencia, especialmente Pertev, el general de infantería,
quien reitera que la mayoría de los soldados son novatos y es la primera vez en
su vida que se suben a una galera. No obstante, el general en jefe es tajante:
el sultán les ha ordenado combatir a la cristiandad donde sea, por lo que
lucharán. Esta decisión se ve reforzada por la asistencia al consejo de varios
«capitanes ardorosos» ansiosos de combatir contra los enemigos de Alá. Habrá
batalla.
3 de octubre. 1571.
La armada combinada
leva anclas y endereza proas hacia Oriente. El viento les es propicio. Su plan
es descender al sur, hasta las islas de Cursolari o Equinodas, y esperar hallar
al enemigo en sus cercanías.
7 de octubre.
Es domingo. Como día
dedicado al Señor, los soldados de la armada combinada escuchan misa en los
diferentes navíos. Posteriormente, continúa la marcha.
7 de octubre.
Cuando la armada llega
a la altura de la isla de Oxia, Juan de Austria recibe la noticia más
importante de la jornada: velas en el horizonte. Son los buques de Ali pachá.
Las diferentes galeras cristianas piden una reunión para determinar el
siguiente paso a seguir. Todo queda a la espera de la respuesta del bastardo
real. Juan de Austria es tajante: «Señores, ya no es hora de deliberación, sino
de combate».
7 de octubre.
El joven Ali Pachá
tiene un momento de duda al ver las cuantiosas velas de la armada combinada.
Estas se acrecientan cuando dos de sus oficiales (Pertev y Uluch-Ali) le
instan a retirarse y ponerse al abrigo de una serie de castillos aliados
ubicados en la costa. La respuesta del emisario del sultán es tan clara como la
de Juan de Austria: no le dará la satisfacción a los cristianos de ver como
huye. La batalla está servida. Don Juan ordena cortar los grilletes de los
prisioneros condenados a galeras y entregarles armas. De buena mañana, los dos
bandos comienzan a formar sus líneas de batalla en el golfo de Patras.
7 de octubre.
Desde la capitana
turca (en la que se encuentra la bandera verde del Profeta que garantiza la
victoria contra los infieles) empieza a salir una música de címbalos y
trompetas que es seguida por el resto de las naves musulmanas. El jolgorio es
espectacular. Por su parte, el silencio reina en las galeras cristianas.
Despliegue
7 de octubre.
Con el frío de la
mañana apremiando la llegada de la contienda, Don Juan decide dar una última
arenga a sus soldados antes de comenzar la lucha. Para ello, se sube a una
pequeña fragata y recorre el frente gritando el siguiente discurso a los
venecianos: «Hoy es día de vengar afrentas. En las manos tenéis el remedio de
vuestros males. Menead con brío y cólera las espadas». A los españoles, por su
parte, les añade: «Hijos, a morir hemos venido, a vencer, si el cielo así lo
dispone. No deis ocasión a que, con arrogancia impía, os pregunte el enemigo:
¿dónde está vuestro Dios? Pelead en su santo nombre que, muertos o victoriosos,
gozaréis de la inmortalidad».
11: 00.
Poco después, Don Juan vuelve a «La Real» y, sobre las 11 de la mañana, dispara un único tiro sobre «La Sultana». Signo de que comienza el combate.
Las
galeazas se mueven
-Mientras las seis
galeazas son remolcadas hacia el frente de la formación española (dos por
cuerpo de ejército) empujadas a su vez por dos galeras cada una, el viento -que
llega del este- cambia y adquiere un rumbo opuesto.
-Los cristianos se han
tomado esto como una señal divina. Ahora son ellos los
que tienen la capacidad de usar el viento para maniobrar, mientras que los
turcos deben sacar los remos para poder mover sus buques. A su vez, el humo provocado por los
disparos (tan molesto en batalla) ya no les volverá a la cara, sino que se
dirigirá hacia los turcos.
-Don Juan de Austria ordena a Andrea Doria que no se separe de la
fuerza principal y cubra su
flanco derecho. Le preocupa sumamente la actitud del oficial, quien
parece estar más atento de no perder sus propias naves que de vencer
a los infieles.
-Mientras las galeazas
se ubican frente a los tres cuerpos de la Armada combinada, los marinos se
arrodillan para lanzar una breve plegaria a los religiosos embarcados. Estos
les dan su bendición. Hoy será un gran día para la cristiandad.
-A voz en grito, Ali Pachá ordena avanzar, superar las galeazas
venecianas y trabar combate
con el cuerpo principal de la Santa Liga. Acompañados de un gran jolgorio, los
navíos turcos se lanzan al ataque.
-Como estaba previsto,
las seis galeazas lanzan una terrible lluvia de plomo sobre
las galeras enemigas. El griterío musulmán se acalla ante el estruendo
de los incontables disparos de estos ingenios adelantados a su tiempo.
-Se ha disipado el
humo. Los cristianos esperan ansiosos. ¿Habrán funcionado los ingenios
artillados? La respuesta es negativa. A
pesar de que han causado grandes daños en dos galeras enemigas (a las que han
enviado al fondo del mar) su actuación no ha sido determinante. Al menos, han
desbaratado el orden inicial de los turcos.
-Los enemigos de la
cristiandad ponen proas hacia la flota combinada tras pasar de largo las
galeazas, ubicadas a una milla de los cuerpos principales. Ahora va a comenzar
realmente la batalla.
Comienza
la lucha en el flanco izquierdo cristiano
-En el flanco
izquierdo español, Siroco se ha adelantado
con intención de arrollar a Barbarigo y
rodear el centro de la formación española. El veneciano sale a recibirle. A
estos movimientos les sigue un intenso fuego de artillería entre
ambos bandos.
-A pesar de
que Don Juan ha ordenado a Barbarigo pegar sus galeras a
la costa, este ha dejado un
hueco entre sus barcos y la tierra suficientemente grande como para que lo
aproveche Siroco.
-El musulmán ha visto
que puede introducir varios barcos en ese hueco. Se ha lanzado como un loco hacia él con la intención
de superar los buques de Barbarigo y atacarles por la espalda en un
fuego cruzado letal.
-Barbarigo ha leído
las intenciones de su enemigo, pero teme quedar encallado con sus buques cerca
de la costa, así que se limita a cañonear al enemigo -que ha introducido varias galeras en su flanco- y no
le corta el paso. El movimiento de Siroco ha sido intrépido, pero
ejemplar.
-Los barcos de ambas
flotas casi pueden tocarse en el flanco izquierdo. Barbarigo da la orden de fuego, al igual que Siroco
y, además de los cañones, cortan el aire las flechas musulmanas y los
proyectiles de los arcabuces cristianos.
-Hacia Barbarigo se
dirigen ocho galeras enemigas.
Siroco quiere terminar de un golpe con el ánimo del flanco izquierdo
cristiano acabando con su hombre al mando y con su galera capitana.
-Tras varias descargas
de proyectiles, una flecha perdida ha impactado en el ojo izquierdo de Barbarigo. El veneciano ha muerto al instante. Ha pagado caro
el no cubrirse con un escudo de la lluvia de saetas para demostrar su valor y
enardecer el de sus camaradas.
-En el flanco
izquierdo se mastica la desesperación. Uno de los oficiales más destacados de
Barbarigo, Marino Contarini –también su
sobrino-, acude en auxilio de su tío con su galera.
-Sin embargo, el buque
del oficial Marino Contarini ha sido rodeado y poco puede hacer. El
valiente capitán encuentra la muerte tratando de socorrer a su ya fallecido
familiar y su buque está a punto de ser hundido en varias ocasiones.
El
centro, frente a frente
-Mientras, en el
centro, se desarrolla una lucha de egos. Don Juan, al distinguir a «La Sultana» al frente de la formación enemiga, ordena lanzar a «La Real» contra ella. Ali Pachá, en contra de lo que le
exhortan sus consejeros, le devuelve el reto y da la orden de
embestir a la capitana cristiana.
-Entre la amalgama de
buques, todos los soldados pueden ver como «La Sultana», con su proa más recia
y contundente, embiste a «La Real». Ha destrozado buena parte del frontal de su
enemiga (el castillo de proa)
con su espolón, y ambas han quedado encalladas.
-Tras el impacto inicial,
ha llegado la hora de la artillería. Los cañones frontales de «La Sultana»
escupen fuego sobre su enemiga, que hace lo propio. Ambas acaban con la
vida de decenas de marineros. Sin embargo, el de la capitana cristiana es mucho
más eficiente debido ya que carece de espolón y escultura en su frente.
Mientras, el fuego de los cañones de Ali Pachá apenas ha alcanzado
las jarcias.
-Una vez que se disipa
el humo, los arcabuceros sueltan
una terrible andanada sobre el buque de Ali Pachá. Desde el mismo, devuelven el
golpe, pero con flechas. Ambas cubiertas han quedado casi desiertas. La
orden dada por Don Juan de esperar y disparar a quemarropa a sus enemigos ha sido
acertada. Y es que, los
arcabuces carecen de precisión a larga distancia y es necesario usar una buena
cantidad de tiempo para cargarlos.
-Un grito resuena por
la cubierta de la galera cristiana. ¡A la carga! La batalla hombre contra hombre comienza. En el
desconcierto, varias galeras aliadas se han acercado para socorrer a sus
respectivas capitanas. Estas se han ubicado paralelas a «La
Sultana» y a «La Real» y
les envían hombres constantemente para que no sean tomadas por el enemigo.
-Como un rayo, han
acudido en ayuda de «La Real» las galeras de varios capitanes cristianos
como Colonna, Veniero y las de los príncipes de
Parma y de Urbino. A Ali Pachá, por su parte, le socorren Pertev, Caracush
y Mahamut Saiderbey.
-Apoyado por sus 300 arcabuceros, Don Juan demuestra su destreza en batalla con la
espada en primera línea. Ali prefiere disparar desde la retaguardia con su
arco. Una nueva descarga de
arcabucería deja momentáneamente a «La Sultana» sin defensores. Sin embargo,
rápidamente llegan de las galeras cercanas más combatientes. Parece que la
capitana otomana es imposible de tomar.
-Colonna, que ayuda
fervorosamente a su capitana, resiste heroicamente. Repentinamente, la
desesperación de Colonna aumenta. Una
galera turca se dirige hacia su barco con la finalidad de embestirle y
mandarlo al fondo del mar.
-Por suerte, Juan
Bautista ha observado el
movimiento y se ha interpuesto entre ambas, hundiendo al enemigo. Colonna
vivirá, aparentemente, un día más. Mientras, el combate sigue siendo
encarnizado entre las capitanas. Los jenízaros,
hábiles guerreros de élite, están poniendo en problemas a los soldados de los
Tercios. En el centro, la tensión va en aumento.
-Con el flanco
izquierdo desarbolado y el centro en plena refriega, todo indicaría que en el
lado derecho de la contienda se estaría viviendo una batalla encarnizada...
Pero nada más lejos. Doria, por miedo a perder sus naves, se mantiene a
distancia de su enemigo más cercano, Uluch.
Flanco
derecho disputado
-Uluch se ha
desplazado al flanco izquierdo de Doria para intentar rodear su fuerza. El
objetivo es acabar con sus navíos y, llegado el momento, acosar el centro
de Don Juan. Álvaro de Bazán, por su parte, permanece atento con su flota
de socorro para prestar ayuda a «La Real» si es necesario.
-Doria ha decidido
seguir a Uluch y está desplazando sus barcos al flanco derecho español para
evitar ser rodeado. Desde la capitana, en plena refriega, Don Juan se ha
dado cuenta de que Doria ha dejado desprotegido el centro de la fuerza. Ordena
hacerle señales para que vuelva a su posición y no se aleje más. Doria ha
ignorado los avisos. Considerando que no debe lealtad a Don Juan, ha decidido
continuar su avance hacia la derecha para evitar ser rodeado
por Uluch.
-Uluch, que estúpido
no es (quizá no se podría decir lo mismo de Doria) se ha percatado de que su
enemigo ha dejado un hueco que debe utilizar. Aprovechando la mayor rapidez de
sus galeras, ha izado velas y sacado remos y se dirige hacia el flanco sin protección del
contingente de Don Juan y, más
concretamente, hacia la capitana de Malta.
-El prior se ha
percatado de la desgracia que le traerá la actuación de Doria. Observando que
varias galeras turcas se dirigen hacia su flanco derecho, dispone a sus hombres
para la defensa. Hasta entonces sus soldados habían rendido cuatro galeras
enemigas y espera que puedan rechazar ahora a los otomanos hasta que llegue
ayuda. Uluch ha atravesado un buen trecho de las aguas, va a caer sobre el
prior Justiniano.
-Las galeras han chocado. Como era de esperar, Uluch ha aprovechado su ventaja
y enfrenta a cientos de sus hombres contra la solitaria galera de Malta. El
combate es encarnizado. Los caballeros se defienden hasta la muerte. Al cabo de varios minutos, poco queda ya de los
aguerridos defensores. Tan solo el prior, herido con cinco flechazos, y otros
dos caballeros que, de tantos golpes que atesoran, son dados por muertos.
-Uluch ha rendido a la
capitana de Malta y capturado al prior. Ahora, se dispone a arrebatarle su bandera (una
soberana ofensa) y remolcar el barco capturado a lugar seguro.
-Álvaro de Bazán,
viendo la brecha que existe en la formación, se apresura a cubrir el
hueco dejado por Andrea Doria. Ha
logrado llegar hasta esta zona después de socorrer el flanco izquierdo con su
flota. Este movimiento obliga a Uluch a ser muy cauto en la zona.
-En esas andaban las
cosas por el derecha mientras que, en el flanco izquierdo, la situación pinta
cada vez peor. Sin Barbarigo, sin un líder, parece que toda la defensa a ha venirse
abajo. No obstante, todo cambia cuando toma el mando de la capitana Federico Nani, en quien el fallecido líder veneciano había tenido
gran fe. No le faltaba razón a Barbarigo.
-A las órdenes de
Nani, el flanco se ha rehecho y la capitana ha logrado tomar, apenas sin ayuda,
una de las mejores galeras turcas al asalto.
El
flanco izquierdo se recupera
-El flanco ha empezado
a tambalearse para los turcos en la izquierda cristiana. El musulmán
Siroco, hasta ahora claro vencedor, no sabe qué hacer ahora ante la renovada gallardía
veneciana. Muerte, galeras
embistiéndose unas a otras… En el flanco izquierdo la lucha se está
recrudeciendo.
-¡Increíble! Tras
un golpe fortuito en su galera, Siroco ha caído al agua.Varias galeras acuden hacia Siroco para salvarle (en
el caso de los musulmanes) o para hacerle preso (en el caso de los cristianos).
-Al final, la primera
en llegar ha sido una galera veneciana quien, lejos de dar tregua al
corsario turco, ha decidido cortarle la cabeza.
-Muerto el perro, se
acabó la rabia. Sin un líder al que seguir, los turcos se están retirando y,
debido a la cercanía con la tierra, están abandonando sus buques para huir por la costa. Los venecianos les persiguen. La venganza está
servida, y el flanco ganado.
Victoria de «La Real»
-Con el flanco
izquierdo conquistado, el combate se traslada al centro del despliegue español
donde, después de dos horas, en las dos capitanas se sigue luchando a capa,
espada, arcabuz y arco. El cansancio puede con los defensores de los dos
bajeles. El calor es asfixiante; la sed les reseca las gargantas. Los mástiles
están llenos de balas metálicas o cuentan con decenas de saetas
clavadas. Pero nadie se rinde.
-Tras llegar hasta la
popa de «La Sultana» hasta en dos ocasiones, y ser rechazadas en el mismo número,
los españoles dirigidos por los capitanes Lope Figueroa y Moncado logran finalmente desbaratar la defensa a
ultranza de los jenízaros. Lejos de lo que puede dar a entender el resultado
final, la galera de Juan de Austria, que lucha tan
expuesto como cualquiera de sus hombres, hubiera caído probablemente sin la
ayuda que Luis de Requesens le prestó con
dos galeras por la popa de la turca.
-Por un instante,
pareció posible que Juan de Austria y Ali Pachá cruzaran aceros,
pero viendo la oportunidad Marco Antonio Colonnaacudió con su galera a
descargar una ráfaga de arcabuzazos contra la maltrecha galera turca. Álvaro de
Bazán también se une al
combate que tiene lugar en el corazón de la contienda entre los principales
almirantes cristianos y musulmanes.
-Al mismo tiempo que su guardia
personal cae, Ali Pachá es herido
de muerte por un arcabuzazo en la frente. Al fin, tras dos horas de
contienda, parece que la lucha se decanta del lado cristiano. Posteriormente,
algunos dirían que un malagueño le cortó la cabeza y la ensartó en
una pica pero, a día de hoy, es imposible de saber.
Retirada
turca
-Sin líder, y con la
defensa desbarata tanto en el flanco izquierdo como en el centro de la
formación, los turcos comienzan a retirarse. Los que no, son aniquilados. Sin
embargo, para el Marqués de Santa Cruz todavía
queda una cuenta pendiente. Como alma que lleva el diablo, sale para el flanco
derecho navegando tras la remolcada galera de Malta. Su objetivo es liberarla y recuperar la
bandera robada a la cristiandad.
-La misión le sale
bien a Álvaro de Bazán en su persecución de Uluch Alí, pero solo a medias pues,
aunque logra acercarse a ella y obliga al musulmán a cortar los correajes de la
nave que remolcaba para salir del golfo cuanto antes. No logra recuperar
la bandera.
-El herido ejército
musulmán todavía atacará de forma desesperada una vez más. Casi por
despecho, 16 galeras toman el flanco derecho de 8 cristianas en las que están embarcados más de 500 soldados
del Tercio de Sicilia. Estos se aprestan a la defensa y, a pesar de que solo
salen 50 con vida, logran detener la última carga musulmana.
-El número de galeras
que se fue a pique siempre ha sido un misterio, aunque los católicos lograron
apresar 117, 13 galeotas y 3.500 reos.
-La victoria es
cristiana cinco horas después del comienzo de la contienda. Andrea Doria, en su
regreso desde el flanco derecho, ha conquistado y rendido varias galeras.
-La batalla ha
terminado. El gasto en vidas ha
sido increíble. Por el lado cristiano, han dejado este mundo 8.000 soldados (2.000 de ellos españoles e italianos), mientras que,
por parte de los musulmanes, 30.000 y 8.000 prisioneros.
ABC Historia
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