El Gran Rescate español a Malta que puso fin a uno de
los mayores asedios de la Historia
Durante
cuatro meses la Orden de Malta sufrió el ataque de la poderosa flota turca y de
sus tropas, en su mayoría jenízaros. Tras una defensa numantina, donde el fuerte
de San Elmo congregó la mayor parte de la gesta, los malteses solo recuperaron
el aliento cuando las galeras españolas pudieron romper el bloqueo naval y los
tercios viejos desembarcaron
César Cervera
El Gran Maestre de la Orden de Malta, Jean Parisot de la Valette, había ordenado a la pequeña guarnición de San Elmo resistir hasta la muerte sin imaginar que allí iba a jugarse en parte la supervivencia de su orden de cruzados. Construida en piedra maciza, esta fortaleza situada frente a la capital se encontraba defendida por solo 100 caballeros y 500 soldados, la mayoría españoles e italianos, que recibieron el fuego de piezas de artillería de unas dimensiones nunca vistas hasta entonces. Cuando la fortaleza ya solo era un amasijo de escombros defendido por un puñado de hombres, la Orden se dedicó a sustituir a los muertos y los heridos durante la noche. La impresión de que los defensores eran seres sobrenaturales caló entre las filas turcas que se pasaron un mes bombardeando unas ruinas que tosían pólvora de vez en cuando. Su esfuerzo titánico, entre los muchos que acometieron los malteses frente al ataque otomano de 1565, permitieron al Imperio español romper meses después el bloqueo y protagonizar el conocido como «El Gran Rescate de Malta»
El nuevo enclave de Malta suponía una estocada en el costado del Imperio Otomano y una excelente posición geoestratégica. No en vano, los líderes de la orden se mostraron defraudados con la sede en un principio, puesto que sus recursos y posibilidades se imaginaban muy lejanos a los de Rodas. Debido al avance berberisco –encabezado por el mítico pirata Dragut–, las operaciones de la orden tuvieron que multiplicarse. Entre ellas, la defensa de Pollensa (Mallorca), que sufrió el ataque de Dragut en 1550. La virulencia turca alcanzó su cota en 1551. El corsario y el almirante turco Sinán invadieron la isla de Malta con unos 10.000 hombres. Sopesado como inútil el ataque debido a las descomunales defensas, Dragut detuvo la acometida y se trasladó a un objetivo más sencillo: la vecina isla de Gozo, donde bombardeó la ciudadela durante días.
Finalmente, el gobernador de los Caballeros en
Gozo –Galatian de Sesse– rindió la ciudadela. El corsario turco tomó como
rehenes a casi la totalidad de la población (unos 5.000 habitantes) para
después dirigirse a Trípoli, junto con Sinán Bajá, donde expulsó fácilmente a
la guarnición de caballeros malteses.
La
hegemonía Otomana vivió su cenit en los siguientes años. En España, Felipe II
se arrojó en vano a la conquista de la isla de Djerba (Túnez), en 1560, con una
flota de 54 naves y 14.000 hombres, entre ellos una amplia representación de la
Orden de Malta. La indecisión de Juan Andrea Doria y el duque de Medinacelli
–cabezas marítimas de la operación– permitió que el almirante Pialí Baja
sorprendiera a la flota imperial. Los otomanos capturaron o hundieron la mitad
de las galeras españolas y, lo que resultó más grave, masacraron a 10.000
soldados que se encontraban atrincherados en tierra. Los 4.000 cristianos
supervivientes – entre
ellos el capitán Lope de Figueroa y el maestre de campo Andrade–
fueron llevados a Estambul.
San
Elmo, la gesta que retrasó la conquista
Comprometidos
en numerosos frentes, el virrey de Sicilia, García de Toledo – línea
secundaria de la Casa de Alba– se limitó a enviar a un millar de
arcabuceros cuando los malteses reclamaron su ayuda. En total, las fuerzas cristianas
sumaban 4.920 soldados: 500 hospitalarios, 400 españoles pertenecientes a las
compañías de Miranda y Juan de la Cerda, 600 italianos, 500 soldados de
galeras, 500 esclavos de galeras, 2.000 milicianos malteses, 200 soldados
griegos y sicilianos, 100 soldados de la comandancia.
La
capital se salva de forma milagrosa
Incluso
diezmadas, las fuerzas musulmanas seguían resultando aterradoras y durante todo
el tiempo del bombardeo sobre San Elmo no habían aflojado el bloqueo marítimo.
Por ello fue especialmente meritoria la venida amparada en la oscuridad del
capitán español Juan de Cardona al frente de cuatro galeras y 600 soldados, la
mayoría pertenecientes a la élite de los ejércitos españoles: los
tercios españoles.
La
llegada de Cardona fue la única noticia positiva en esos días. Con los
suministros malteses en caída libre, Mustafá ordenó el primer ataque contra la
ciudad principal el día 15 de julio. Para evitar los errores del asalto a San
Elmo, el visir dividió sus fuerzas en tres grupos. En una operación combinada,
100 pequeñas embarcaciones de desembarco se lanzaron sobre el Gran Puerto,
mientras las fuerzas terrestres atacaron las murallas exteriores de la ciudad.
El ataque fracasó solo por
la determinante actuación de una batería de cañones colocada en un punto clave.
Sin
interrumpir en ningún momento el bombardeo, los otomanos emprendieron sendos
asaltos el día 19 y el día 31 de agosto, aprovechando que las lluvias de aquel
día reducían efectividad a los arcabuceros cristianos. La situación dentro de
la ciudad llegó a ser tan desesperada como para que el Consejo de Ancianos –órgano
civil al mando de la ciudad– se retirara al Fuerte de San Ángel. Valette, no
obstante, prefirió mantenerse en su posición, quizá sabedor de que los
pulmones turcos no podían aguantar el aire eternamente.
El Gran
Rescate español: Bazán a la cabeza
A
principios de julio un joven miembro de la Corte del Rey Felipe II se
escabullía por la noche de su residencia en Galapagar para tomar rumbo a
Barcelona, donde una flota española se concentraba para dirigirse a Malta.
Aquel joven era Don Juan
de Austria y,
aunque entonces se le impidió embarcar, pocos años después se encargaría de
encabezar a la madre de todas las flotas enviadas contra el Imperio otomano. Y
es que en Malta comenzó a cambiar el balance de fuerzas en el Mediterráneo o al
menos así lo vio la Europa cristiana, que respondió con furia al grito de
auxilio. García de Toledo planificó con los pobres recursos que disponía una
escuadra de socorro en un tiempo razonable. El esfuerzo era aunar una flota de
galeras, con capacidad de romper el bloqueo, y un grupo terrestre que pudiera
hacer frente a las tropas musulmanas desplegadas.
El
desastre otomano era pleno. La primera gran derrota turca en décadas había
costado cerca de 20.000 bajas, entre ellas la del afamado Dragut, y una grave
pérdida de prestigio. Los reinos cristianos habían recuperado la confianza
militar y no tardaron en recuperar la iniciativa, como demostraron en la
batalla de Lepanto siete años después. Con la incapacidad de conquistar
Malta, el
Imperio Turco puso sobre la mesa sus puntos flacos y Solimán «El
Magnífico» perdió la ocasión de poner el broche de oro a un reinado brillante.
Un año después de los sucesos de Malta, el Sultán turco falleció de una
apoplejía durante la batalla de Szigétvar en Transilvania.
Experto
en técnicas y máquinas de guerra de la Antigüedad, Rubén Sáez ganó el Premio
Nacional de Defensa 2004 en la modalidad de Historia y Geografía militar. Su
última obra «El Gran Asedio Malta, 1565» aborda con precisión matemática la
campaña turca y la maquinaria de asedio empleada por éstos. El historiador
nacido en Teruel responde para ABC sobre las razones de la derrota musulmana.
-San Elmo es señalado como la perdición de
los turcos, ¿existía la posibilidad de pasar de largo y seguir la conquista sin
tomar este punto?
Se
podía perfectamente evitar la toma de San Elmo, que era una fortaleza peligrosa
porque funcionaba como punto artillero. De alejarse de su zona de disparo
habría quedado como un simple espectador en la contienda. Fue uno de los grandes
fallos de los turcos, y el esfuerzo de semanas de asedio a esta posición
resultó un factor determinante en su derrota final. Las tropas turcas pudieron
atacar directamente, como propuso Mustafá, la Capital Vieja Mdina, en el centro
de la isla, y desde allí dirigirse a los fuertes de San Ángel y de San Miguel.
-El enfrentamiento entre Pialí y Mustafa
influyó enormemente en la derrota, ¿cuáles serían las principales causas del
fracaso turco?
Uno de
los mayores errores turcos es que Solimán dejó demasiada autonomía a sus mandos
sobre el terreno. El que hubiera un mando separado hizo imposible en todo
momento que alcanzasen un acuerdo sobre la estrategia. El otro fallo importante
es el mal uso de la fuerza naval. La poderosa flota turca estuvo desaprovechada
durante toda la operación, y no se efectuaron ataques conjuntos entre la fuerza
terrestre y la naval.
-Se ha apuntado que de caer Malta toda
Italia hubiera quedado expuesta, ¿cuál hubiera sido el impacto de la victoria
turca?
Hay que
entender el contexto de la época. El desastre español en Djerba (batalla de Los
Gelves) estaba muy reciente y la situación cristiana era muy precaria. Si los
turcos se hubieran hecho con el archipiélago de Malta, que tiene los mejores
fondeaderos del Mediterráneo, hubiera conseguido una base desde donde asolar
las costas italianas en cuestión de días. Desde Estambul, en cambio, se perdían
varias semanas de navegación. El valor geoestratégico de Malta quedó patente
incluso en la II Guerra Mundial.
-El virrey de Sicilia, García de Toledo,
ha sido tan criticado como elogiado por su reacción (lenta para unos, prudente
para otros) en el envío de refuerzos y la organización del Gran Rescate.
Actuó
con la prudencia necesaria dadas las circunstancias. Es criticado por sus
detractores por tener una reacción lenta, pero hay que entender que el desastre
español en Djerba estaba muy reciente. No quiso arriesgar a otro desastre los
pocos barcos con los que contaba. Y solo autorizó el socorro cuando los medios
navales y terrestres estaban en condiciones de romper el bloqueo que sufría el
archipiélago de Malta.
-
Finalmente se rompe el bloqueo y los tercios castellanos consiguen
desembarcando, tiene lugar un enfrentamiento entre tercios y jenízaros. Las
batallas campales entre ambas fuerzas de élite no fueron muy numerosas, pero
aquí no hubo duda de quién impuso su superioridad.
En la
batalla por Malta los mandos turcos comenten error tras error Desde la elección
del punto del desembarco, el eterno asedio a San Elmo, desaprovechar las
prestaciones de su flota… y finalmente presentar combate a la fuerza de
rescate. Cuando los otomanos se percataron de que la infantería trasladada por
los españoles, cerca de 8.000 soldados, no era tan numerosa como habían pensado
en un primer momento, ordenaron volver a desembarcar a 9.000 soldados, la
mayoría jenízaros, para hacerles frente. Los jenízaros estaban destrozados, con
la moral por los suelos y mal alimentados. Eran un espejismo de las tropas que
habían llegado a Malta meses atrás. En definitiva, los turcos ya habían perdido
el combate antes de que se librara.
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