75 años de la Guerra Civil
18/07/2011 ANTONIO Barragán Moriana
Se cumple estos días el 75 aniversario de la Guerra Civil española, sin duda, el acontecimiento que más ha influido en la configuración política de nuestro pasado siglo XX. Aquellos días del mes de julio iban a significar la posibilidad de acelerar los cambios sociales y económicos tanto tiempo esperados para unos, la de acabar con los "proyectos revolucionarios" que durante la República defendían las organizaciones de clase para otros, pero también, y lo que resultaría fundamental al fracasar el golpe de estado en zonas importantes del país, se abriría un enfrentamiento social, ideológico, político y militar de fuertes componentes violentos que, durante casi tres años y en el difícil contexto de la época de entreguerras, terminaría alineando en dos mitades a una sociedad que, como consecuencia de aquel enfrentamiento, tardaría en incorporarse muchos años a pautas de normalización social, política y económica.
Que este acontecimiento histórico, la Guerra Civil, sigue suscitando el interés de historiadores y de sectores importantes de la sociedad resulta más que evidente; las polémicas que se vienen sucediendo con relación a las cuestiones de memoria histórica, tan directamente relacionadas con el desarrollo de la guerra, testimonian lo que venimos planteando. Para los historiadores profesionales, atender al estudio de determinados aspectos que neutralicen las posiciones, interesadas políticamente y que han sido hegemónicas durante la dictadura franquista, de aquellos que señalan que sobre la guerra ya está todo dicho, se convierte en un objetivo de primer orden. Hoy día, para la investigación más rigurosa, no cabe duda de que la guerra se produjo como consecuencia del fracaso del golpe militar basado en una conspiración que se venía urdiendo desde el triunfo de las candidaturas del Frente Popular y en la que intervenían un sector importante de militares africanistas (Mola, Sanjurjo, Saliquet, Franco, Goded, Orgaz, etc.) que contaron con importantes apoyos civiles e, incluso, con el de determinadas opciones políticas (Falange, Renovación Española, Acción Popular, Comunión Tradicionalista) que, en aquella coyuntura, ya habían optado por posiciones no solo antiparlamentarias, sino claramente fascistas y totalitarias.
En relación con lo anterior, no es ninguna casualidad que algunos de los trabajos de mayor interés científico que han aparecido en estos días (Angel Viñas, F. Alía Miranda, F. R. Salvadó, P. Preston), dirijan sus perspectivas de análisis no solo a desmontar determinados tópicos tan manoseados por cierta historiografía y que ahora retoma el llamado revisionismo histórico, sino a explicar un conjunto de cuestiones que estuvieron en los inicios del llamado por sus protagonistas "alzamiento nacional", siendo una de las que suscitan mayor interés el estudio de la conspiración urdida por militares adscritos a la UME y que, con su actitud anticonstitucional, golpista, vinculada al más puro reaccionarismo político, prepotente y llena de violencia, según indican las directrices de Mola a los implicados en el golpe, terminarían llevando al país a la crisis más importante de toda su historia contemporánea: la Guerra Civil. La tan difundida tesis, tantos años vigente para la historiografía franquista, de que el ejército se levantó para frenar el desorden político existente en la España republicana y para adelantarse a una "conspiración comunista", desde hace mucho tiempo y, sobre todo tras la formidable refutación de H. Southworth a los planteamientos historiográficos de R. De la Cierva, no resiste ni uno solo de sus argumentos, aunque, durante mucho tiempo ejerciera una poderosa influencia y que contó en sus inicios, incluso, con el aval de la jerarquía eclesiástica en la Carta colectiva del episcopado español con motivo de la Guerra Civil. Por el contrario, ha quedado más que demostrado que la conspiración militar dirigida por Mola, y a la que a última hora se uniría Franco, iba a estar lejos en cuanto a preparación, financiación y apoyos de la chapuza que en agosto de 1932 intentara el general Sanjurjo. El golpe, articulado durante la primavera de 1936, iba a tener lugar el 20 de abril y fue suspendido por no estar suficientemente maduras las condiciones, ni totalmente convencidos de su oportunidad los implicados y ser detectado por el Gobierno republicano.
Lo cierto es que, cuando entre los días 17 y 18 de julio se desencadenan los acontecimientos, está claro que el propósito de los sublevados es eliminar "desde la raíz" todo lo que significaba el proyecto reformista y modernizador que la República, con todas las dificultades que ello implicó, había intentado poner en marcha desde el 14 de abril de 1931; el fracaso de la negociación intentada con el general Mola, en última instancia, por el efímero Gobierno que preside Martínez Barrio es demostrativo de que los militares están dispuestos a todo. A lo largo de los casi tres años que dura la Guerra Civil y, desde luego, durante gran parte de la subsiguiente dictadura franquista, darán buena prueba de ello.
Catedrático de Historia Contemporánea de la UCO
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