Visita a Alquézar

Excursión a Alquézar de los mosqueteros

Antonio, Jesús, Santiago y Fernando.

Y allí que fuimos los cuatro mosqueteros, a buscar una nueva excursión aventurera y así sucedió todo, por senderos abruptos y resbaladizos, por pasarelas estrechas y peligrosas atravesando ríos de aguas bravas y  cristalinas nos adentramos en el cañón del rio Vero, un lugar paradisiaco en el Somontano oscense, que lo conocen mejor los franceses que vienen a montón que los que lo tenemos a tiro de piedra.

Decir, que me dijeron que iba a ser un paseo militar, cosa que dista mucho de ser, es un recorrido de dificultad  media y para un lesionado como yo de dificultad alta. Pero la belleza del lugar, lo agreste del paisaje, la dificultad del recorrido y las ganas de acabar pronto, hacen que esta excursión resulte muy reconfortante y divertida.

Si a eso le añadimos un súper almuerzo, unas cervecitas frescas al terminar, una buena comida en Alquezar, la compañía de los mosqueteros, el vino, el café y luego para bajar todo eso una subidita a la Colegiata de Santa María, bueno solo parte de los mosqueteros, pero es un lugar para visitar a pesar de las cuestas.

Alquézar

Alquézar se localiza en el último tramo del cañón del río Vero, en un entorno paisajístico impresionante, que ofrece múltiples alternativas a los amantes de la naturaleza y los deportes de aventura.

Declarado Conjunto Histórico Artístico, esta villa nos ofrece la posibilidad de revivir el lejano pasado medieval. Tras atravesar el portalón gótico de acceso a la villa, al ir recorriendo sus calles y callizos nos toparemos con casas apiñadas, galerías de arcos de ladrillo, pasos en alto, portadas de piedra y ladrillo, escudos de armas esculpidos en piedra... En la Plaza Vieja daremos con uno de los rincones mejor conservados de nuestra arquitectura tradicional. 

En lo alto del cerro, inexpugnable sobre la cresta rocosa, se halla el castillo de fundación musulmana que dio nombre a la villa: "Al-Qasr. Para albergar a la comunidad religiosa que se estableció en Alquézar tras su conquista, se erigió un templo románico del que sólo queda el atrio, decorado con capiteles historiados. Gótico es el claustro, cuyos muros se decoraron con un ciclo de pinturas que narran escenas de la infancia de Jesús y que fueron repintándose hasta el siglo XVIII.

En la primera mitad del siglo XVI se construyó la actual Colegiata de Santa María, obra de Juan de Segura, autor de la Seo de Barbastro. En el siglo XVII el interior se enriquecería con un hermoso retablo de madera dorada y policromada, próximo a la estética del barroco, y con nuevas capillas como la de Lecina. A la capilla se incorporó un Cristo tallado en madera, popularmente conocido como el Cristo de Lecina, realizado en el siglo XII avanzado, de modelo románico de crucificado.

En uno de los extremos de la localidad se encuentra la parroquial de San Miguel, obra de carácter popular realizada en el siglo XVII, de gran sobriedad en sus paramentos exteriores.