13 de marzo de 2009

La nata huele

Las historias que contamos en estos cuentos son verídicas, los nombres son inventados, no obstante si alguien que lea esta historia se siente identificado y quiere darse a conocer. Puede escribir un comentario al final de la historia.

La historia que voy a relatar tuvo lugar durante la celebración del día de la Virgen de Montler del año 2004, concretamente a los postres de una comida que se celebro en la parte de arriba donde están los fogones para asar carne, justo entre los dos pinos que hay allí.
En esa comida había mas de veinte comensales alrededor de la mesa, la comida resulto exquisita, la hizo el cocinero oficial de la peña Carlos, ayudado por los pinches Jesús y Fernando, no falto un buen vermouth mientras se cocinaba la excelente paella, y las cervezas de marca y el vino de reserva corrían abundantemente por las gargantas de los asistentes.
Todo transcurría como es habitual en la peña con buenas bromas, buen beber, buen comer, buen charrar, el ambiente además era favorable pues numerosas peñas comían cerca unos de otros haciendo que el ambiente fuera estupendo.
La charanga La Sentada amenizaba el cotarro con música para todos los gustos, recorriendo los diferentes grupos de peñas que había en el lugar
Y llegaron los postres, brazos de gitano del horno la plaza, exquisitos, rellenos de nata deliciosa, las mujeres cortaron los trozos generosos para todos cada uno cogió un trozo y cuando emprendieron a comer......
Uno de la broma, que es muy bromista, vamos a decir que se llama Jesús suelta la palabra fatídica.
¡ Esta nata huele ¡
Al oír esas palabras dichas en voz alta cuatro comensales del grupo se acercaron el trozo de brazo de gitano a la nariz, uno de ellos el que estaba al lado de Jesús.
Mari Carmen se acercó con disimulo el trozo generoso de brazo de gitano rebosante de nata a la nariz y Jesús rápido como un rayo le dio un manotazo en el pastel empotrándolo en las narices de Mari Carmen, lo mismo les ocurrió a los otros tres pardillos que fueron a oler el pastel.
El caso es que Mari Carmen tuvo que limpiarse bien los caños de la nariz porque la nata casi le llega a los sesos.
Conclusión:
No os llevéis el pastel a la nariz si escucháis ¡ la nata huele!
Y menos aún si Jesús está cerca.

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