Hoy vamos a hablar del
monasterio de Rueda, situado cerca de Zaragoza y a orillas del Ebro. Los monjes
del Císter se instalaron aquí hace más de 800 años, en 1182, y estuvieron
viviendo en este lugar nada menos que 653 años. ¿Queréis conocer algo de su
historia?
A finales del siglo XI
un monje llamado Roberto se retiró con siete compañeros a un bosque perdido en
Francia para intentar recuperar la austeridad de la vida monástica que la orden
benedictina, a la que pertenecían, había olvidado. Poco después se trasladaron
a una zona llamada Cîteaux, y de ahí vino el nombre con el que se conoció la
nueva orden que estaba naciendo: el Císter.
La Orden se organizó a
partir de cuatro casas madres, a partir de las cuales se fueron fundando el
resto. El procedimiento era siempre el mismo: un grupo de monjes partía de un
monasterio para fundar otro, y entre ellos se establecía una especie de
relación filial. Rueda, concretamente, deriva de la línea de Morimond.
Rueda es uno de los
monasterios cistercienses mejor conservados de Europa. Aunque el origen de la
fundación es alrededor de medio siglo anterior, los monjes se instalaron aquí
en 1202, en unos terrenos junto al Ebro cedidos por el rey Alfonso II con el
objetivo de que los monjes colonizaran los territorios que se iban conquistando
a los musulmanes.
A lo largo del siglo
XIII se construyó un monasterio que no es demasiado grande, pero que por un
lado es una “maqueta” casi perfecta del monasterio cisterciense tipo, y por
otro es de una enorme calidad. El trabajo de la piedra, tan escaso en el valle
del Ebro, es de una finura increíble, especialmente en la fachada de la sala
capitular, tan recargada como elegante. Eso sí, no todo iba a ser piedra
estando donde estamos. La torre es una estupenda obra mudéjar de ladrillo,
iniciada en la Edad Media y acabada en época barroca. En un entorno tan llano
como éste, en pleno centro del valle del Ebro, es un mirador excepcional desde
el que no sólo se ve una perspectiva alucinante del monasterio, sino también un
paisaje en el que contrasta la estepa con el vergel de las orillas del Ebro.
Hay mucho más en el
monasterio, porque tanto en el Renacimiento como en época barroca hubo
sucesivas ampliaciones (no todo está restaurado aún, pero una gran parte se ha
convertido en una Hospedería del Gobierno de Aragón). En cualquier caso, lo más
curioso está fuera, porque ¿de dónde viene el nombre de Rueda? En el Ebro se
hizo un azud que sirvió para desviar el agua por una especie de canal lateral.
La corriente mueve la rueda y el agua llena los cangilones (¡qué palabra más
maravillosa!). Cuando va girando y llegan a la parte de arriba el agua cae a un
canal, el acueducto que la distribuye por todo el interior del monasterio por
medio de tuberías de barro. A la orilla del Ebro, en medio de la vegetación,
con el ruido de la noria y el frescor del agua… se está en la gloria. Y no sólo
eso: monasterios bien conservados hay muchos, pero acueductos góticos en
funcionamiento, muy pocos. La rueda no sólo está en el escudo y el nombre del
monasterio, sino que sigue ahí, cumpliendo su función.