Aragón
Hay
un pueblo en España, noble y fuerte, que con ardor luchando en el combate,
sabe arrostrar intrépido la muerte.
Pueblo que no se humilla ni se abate, si en aras de la
patria por su independencia, su corazón entusiasmado, late.
Pueblo que ante la presencia del tirano, clamando
¡LIBERTAD!, se alza y fulmina de sus bélicos rayos la violencia.
Pueblo que al invasor fiero abomina, que a morir o vencer
va decidido, y vence o muere, con ardor gigante.
Pueblo leal, bizarro, enardecido, que si adversa le
fuere la fortuna, ¡muerto caerá, pero jamás vencido!.
Tal pueblo es Aragón, excelsa cuna de tantos y tan
ínclitos varones: Servet, Lanuza, Argensola, y Luna.
Aragón, que su gloria y sus blasones llevó triunfante de
Occidente a Oriente, causando admiración a las naciones.
Que en alas de su espíritu vehemente, dilató de su
imperio los confines,mostrando ser audaz y armipotente.
Que sembrando el terror en los muslines, llevó a Mallorca
las sangrientas barras defendidas por nobles paladines.
Que libertó a Valencia de las garras del altanero
musulmán, logrando lauro inmortal de su victoria en arras.
Que a sus reyes se impuso, altivo, cuando, por precio de
su honrado vasallaje, exigió condiciones para el mando.
Que por guardar sus fueros sin ultraje, se alzó contra un
tirano en faz de guerra, negándole la ley del homenaje.
Que con su sangre inundará la tierra, vertiéndola en
torrentes, si algún día yugo potente a su poder lo aferra!.
Ese pueblo, modelo de hidalguía, sintióse hollado de
extranjera planta, que sus fértiles campos invadía.
Y a luchar se aprestó con ira santa, y asombro fue del
Universo entero tan sublime valor, grandeza tanta.
Y a las huestes del ínclito guerrero, vencedor de
Austerlitz, Wagran y Jena, hizo pagar su proceder altanero.
Quién tremoló triunfante desde el Sena hasta el remoto
Egipto sus pendones, y el ancho mundo con su gloria llena.
Vio estrellase el poder de sus legiones, contra la fe y
valor aragoneses, rémoras de sus locas ambiciones.
A Bonaparte, intrépidos, retaron, con arrojo terrible
combatieron, y tres veces el sitio rechazaron.
Su Santa independencia defendieron los hijos de Aragón, y
en sus altares de la existencia el sacrificio hicieron.
Realizaron hazañas por millares, que fueron los cimientos
de su gloria, por defender su patria y sus hogares.
Ajeno de rencor, abro la historia, todo lo grande
admiración merece, y enaltecer debemos su memoria.
Que acaso nuestro espíritu enardece del ayer la oportuna
remembranza, hoy que la patria, sin luchar, perece.
Hoy que, sin fe, perdida la esperanza, falto de base, su
poder vacila, mientras osado el enemigo avanza.
Mas no hay cuidado, que Aragón vigila, y en brazos de su
amor y su nobleza, puede la patria reposar tranquila.
Nadie abatir podrá tanta grandeza, ni con leyes inicuas
amenguarla, ni empañar de su gloria la pureza.
Que Aragón se alzará para salvarla, si otra vez el cañón
fiero retumba con el insano fin de esclavizarla.
Y si alguno pretende que sucumba, sufrirá su ambición
castigo duro, ¡y en cada hogar encontrará una tumba, y en cada pecho aragonés
un muro!...
Publicado
en: "Nuevo Mundo", Año IX, núm. 434. 30 abril de 1902, por Luis
Falcato.
De
D. Luis Falcato, alias Don Hermógenes. Solo he conseguido saber que escribió El
Arlequín y Los sobrinitos. Además de ser cronista taurino. Escribió sus
artículos en revistas y periódicos de la época, La gacetilla taurina, Sol y
Sombra, allá por 1898.
No
me importa tanto lo que escribiera D. Luis, pero si lo que nos lego a los
aragoneses, la letra de este maravilloso poema sobre el heroísmo aragonés.
Tertulias de la Manqueta
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