SÁSTAGO tuvo su
“renacimiento”
La
década de 1.940, año de mi nacimiento, fue la década de curar las heridas de la
guerra.
Familias
rotas, con miembros exiliados a Francia o emigrados a Hispanoamérica. Ambiente
social de confrontación por motivos ideológicos: izquierdas y derechas.
Relaciones difíciles entre “vencedores” y “vencidos”.
Los
recursos económicos eran escasos. La producción agrícola había disminuido
sensiblemente: muchos de los exiliados eran hombres en plena edad productiva.
Hubo
“racionamiento” de algunos alimentos. La escasez de éstos elevó notablemente
sus precios, lo que provocó una fuerte “carestía de vida”. Apareció el fenómeno
del “estraperlo”: venta y comercio de harina, aceite y otros alimentos a
precios prohibitivos para la mayoría de la población. Muchas familias sufrieron
el hambre.
Hasta
el casco urbano ofrecía una sensación de pobreza. Una docena larga de edificios
destruidos por los bombardeos de la guerra tardaron años en ser reconstruidos,
debido a la escasez de recursos económicos. Sus ruinas confirmaban la situación
de penuria que atravesaba la población.
Años
pues de sufrimiento y de sacrificio. “Pero no hay mal que cien
años dure …”
El
tiempo fue borrando las diferencias ideológicas, y las heridas sociales fueron cicatrizando.
La
década de los 50 vio el regreso de muchos de los exiliados y la reunificación
de numerosas familias. Poco a poco fue creciendo la producción de alimentos, y
el fantasma del hambre fue desapareciendo.
Fue
la década de la mecanización de la agricultura. Se pasó de las mulas al tractor
como elementos de trabajo. Se produjo la roturación de nuevas tierras,
que en los primeros años de cultivo dieron muy buenas cosechas. La producción
de trigo y cebada se medía por “vagones”: un vagón son diez toneladas.
Llegó
a nuestras huertas el cultivo del algodón, que dio mucho trabajo y bastante
dinero.
La
producción de fruta reforzó la economía de muchos agricultores.
La
construcción también vivió buenos tiempos. Se decía que en SÁSTAGO las casas se
levantaban con trigo y cebada. En unos años el pueblo cambió sensiblemente su
cara.
La
industrialización de España también aportó a SÁSTAGO su parte alícuota.
La
construcción de la Térmica de Escatrón dio trabajo a docenas de sastaguinos,
sobre todo jóvenes. Supuso un “maná” que llevó dinero a muchos bolsillos que
habían estado vacíos durante muchos años. Familias numerosas que habían
conocido el hambre, de pronto se encontraron con los ingresos aportados por
varios de sus miembros.
Yo
diría que aquí se inició para SÁSTAGO “la era de la abundancia”.
A
la construcción de la Térmica de Escatrón siguió la de la Central de Menuza.
SÁSTAGO vivió unos años de verdadera locura económica.
El
pueblo pasó “de enviar trabajadores a Francia y a Alemania” … a recibir cientos
de forasteros que venían a trabajar en la construcción de las centrales.
Llegaron
trabajadores de todos los oficios y gremios. Se habitaron todas las casas del
pueblo. Desapareció por completo la imagen de casas en ruina o abandonadas. La
vida bullía por todos los barrios.
En
la cima de toda esta inmigración nueva se encontraban los “montadores suizos”
que dirigían la instalación de las turbinas y el montaje de las máquinas de la
central. Eran el paradigma del consumo y de la generosidad en los bares y
lugares de ocio. Sus “propinas” eran famosas por doquier.
SÁSTAGO
llegó a su máxima población: más de cuatro mil habitantes.
Todo
el mundo vivió un fuerte apogeo económico y social.
Los
agricultores renovaron y mejoraron su maquinaria. Llegaron nuevos tractores. Se
dotaron de cosechadoras, remolques, …
La
producción creció, y por tanto la riqueza. La industria multiplicó los puestos
de trabajo. Florecieron los talleres agrícolas, que vendían herramienta nueva,
y cuidaban de su mantenimiento. El comercio conoció su mejor época. Se disparó
la venta de electrodomésticos. Los jóvenes, con nuevos ingresos, adquirieron
bicicletas, motos, … Años después, adquirieron coches.
Había
trabajo para todos. El dinero corría generosamente. El ocio vivió su “época
dorada”. SÁSTAGO tuvo simultáneamente tres cines, con sesiones los lunes,
jueves, sábados y domingos. El domingo, tres sesiones. Contó con una pista de
baile extraordinaria. En los bares el dinero fluía con gran alegría.
En
tan sólo unos años, el semblante del pueblo y de sus gentes había cambiado
rotundamente.
SÁSTAGO vivía su Renacimiento
Jesús
Sariñena
No hay comentarios:
Publicar un comentario