6 de noviembre de 2018

SÁSTAGO tuvo su “renacimiento”


SÁSTAGO tuvo su “renacimiento”

La década de 1.940, año de mi nacimiento, fue la década de curar las heridas de la guerra.
Familias rotas, con miembros exiliados a Francia o emigrados a Hispanoamérica. Ambiente social de confrontación por motivos ideológicos: izquierdas y derechas. Relaciones difíciles entre “vencedores” y “vencidos”.

Los recursos económicos eran escasos. La producción agrícola había disminuido sensiblemente: muchos de los exiliados eran hombres en plena edad productiva.
Hubo “racionamiento” de algunos alimentos. La escasez de éstos elevó notablemente sus precios, lo que provocó una fuerte “carestía de vida”. Apareció el fenómeno del “estraperlo”: venta y comercio de harina, aceite y otros alimentos a precios prohibitivos para la mayoría de la población. Muchas familias sufrieron el hambre.

Hasta el casco urbano ofrecía una sensación de pobreza. Una docena larga de edificios destruidos por los bombardeos de la guerra tardaron años en ser reconstruidos, debido a la escasez de recursos económicos. Sus ruinas confirmaban la situación de penuria que atravesaba la población.

Años pues de sufrimiento y de sacrificio. “Pero no hay mal que cien años dure …”

El tiempo fue borrando las diferencias ideológicas, y las heridas sociales fueron cicatrizando.
La década de los 50 vio el regreso de muchos de los exiliados y la reunificación de numerosas familias. Poco a poco fue creciendo la producción de alimentos, y el fantasma del hambre fue desapareciendo.

Fue la década de la mecanización de la agricultura. Se pasó de las mulas al tractor como elementos de trabajo. Se produjo la roturación de nuevas tierras, que en los primeros años de cultivo dieron muy buenas cosechas. La producción de trigo y cebada se medía por “vagones”: un vagón son diez toneladas.

Llegó a nuestras huertas el cultivo del algodón, que dio mucho trabajo y bastante dinero.
La producción de fruta reforzó la economía de muchos agricultores.
La construcción también vivió buenos tiempos. Se decía que en SÁSTAGO las casas se levantaban con trigo y cebada. En unos años el pueblo cambió sensiblemente su cara.

La industrialización de España también aportó a SÁSTAGO su parte alícuota.
La construcción de la Térmica de Escatrón dio trabajo a docenas de sastaguinos, sobre todo jóvenes. Supuso un “maná” que llevó dinero a muchos bolsillos que habían estado vacíos durante muchos años. Familias numerosas que habían conocido el hambre, de pronto se encontraron con los ingresos aportados por varios de sus miembros.

Yo diría que aquí se inició para SÁSTAGO “la era de la abundancia”.
A la construcción de la Térmica de Escatrón siguió la de la Central de Menuza. SÁSTAGO vivió unos años de verdadera locura económica.

El pueblo pasó “de enviar trabajadores a Francia y a Alemania” … a recibir cientos de forasteros que venían a trabajar en la construcción de las centrales.
Llegaron trabajadores de todos los oficios y gremios. Se habitaron todas las casas del pueblo. Desapareció por completo la imagen de casas en ruina o abandonadas. La vida bullía por todos los barrios.

En la cima de toda esta inmigración nueva se encontraban los “montadores suizos” que dirigían la instalación de las turbinas y el montaje de las máquinas de la central. Eran el paradigma del consumo y de la generosidad en los bares y lugares de ocio. Sus “propinas” eran famosas por doquier.

SÁSTAGO llegó a su máxima población: más de cuatro mil habitantes.
Todo el mundo vivió un fuerte apogeo económico y social.
Los agricultores renovaron y mejoraron su maquinaria. Llegaron nuevos tractores. Se dotaron de cosechadoras, remolques, …

La producción creció, y por tanto la riqueza. La industria multiplicó los puestos de trabajo. Florecieron los talleres agrícolas, que vendían herramienta nueva, y cuidaban de su mantenimiento. El comercio conoció su mejor época. Se disparó la venta de electrodomésticos. Los jóvenes, con nuevos ingresos, adquirieron bicicletas, motos, … Años después, adquirieron coches.

Había trabajo para todos. El dinero corría generosamente. El ocio vivió su “época dorada”. SÁSTAGO tuvo simultáneamente tres cines, con sesiones los lunes, jueves, sábados y domingos. El domingo, tres sesiones. Contó con una pista de baile extraordinaria. En los bares el dinero fluía con gran alegría.

En tan sólo unos años, el semblante del pueblo y de sus gentes había cambiado rotundamente.
 SÁSTAGO vivía su Renacimiento

Jesús Sariñena

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