24 de noviembre de 2017

Román Sanz

Román Sanz, toda una vida en el filo
Actualmente es el último artesano sastaguino del cuchillo y la navaja que sigue en activo, y se ha erigido por tanto en mantenedor de la tradición secular del gremio en esta localidad.


 
Román Sanz trabaja en ZaragozaDía a día se hace 130 kilómetros (ida y vuelta) para mantener el privilegio de vivir en Sástago, su pueblo, en donde dedica todo el tiempo que le permite la cotidianidad laboral a la pasión que le acompaña desde la infancia: manufacturar cuchillos y navajas. Toda una tradición sastaguina, de la que actualmente es el último representante en ejercicio.

Román lleva más de medio siglo caminando con éxito por el filo de la navaja. Además, ha transmitido el gusanillo a sus hijos. "No todo lo que yo querría –ríe– pero sí, les gusta y ya trastean un poco. Yo lo hago por vocación, me lo tomo muy en serio, porque en este oficio nunca se deja de aprender, como pasa con toda la artesanía. Por suerte, voy teniendo una buena colección gracias a lo que hago en mi taller y a los intercambios con otros coleccionistas".

"Aquí –aclara Román, en referencia a Sástago– se aprecia más el cuchillo, por tradición, pero últimamente hay una afición renovada por la navaja, por ser más práctica en el uso diario a la hora de almorzar. La diferencia básica es que el cuchillo es una pieza fija, mango y hoja, mientras que la navaja se pliega. Hay muchos tipos prohibidos para uso habitual, como las navajas automáticas, las de más de once centímetros o los cuchillos mariposa, así que lo que tengo de más tamaño es solamente como ornato o para mostrar en ferias y reuniones de coleccionismo".

Román empezó a tontear con la actividad a los nueve años; pasaba horas viendo a su abuelo chafar hierros en la fragua, y en cuanto pudo darle bien al martillo, ya no hubo quien le parara. Idea, fabrica, restaura, aprende... todo un ciclo de felicidad vital.
A mano y con mimo
A la hora de trabajar, Román es exigente en cuanto a materiales, y el proceso que sigue es totalmente artesanal: martillo, soplete sobre ladrillo, esmerilado, filigrana… no hay nada fabril en su proceder. "Uso aceros altos en carbono, que se templan entre 780 y 850 grados, e inoxidables de cromo, que templan a 1.050. Si te pasas de temperatura o tiempo, lo estropeas y pierde dureza. Las hojas las hago por vaciado, aunque alguna vez sí uso forja. Para los mangos empleo marfil de dientes de hipopótamo y mamut, que aparece en ferias y empresas especializadas; una buena madera como el ébano, la encina o el almendro de secano; el nácar... no me gusta tanto el cuerno de toro o búfalo porque termina deteriorándose con el tiempo. Para los adornos hay muchas opciones: la concha tahití, por ejemplo, sale de la perla negra, es material escaso y caro".

En la colección de Román hay modelos curiosos. El más llamativo a ojos profanos es, quizá, la navaja de bandolero. "Las navajas de anilla no se devuelven a la hora de pinchar, son de pelea, por eso se llaman de bandolero. En esta zona no he restaurado ninguna de este tipo, pero por Albacete aparecen más. En Sástago hay de pistón, que también son complejas de cerrar. He restaurado algunas de Valero Jun, artesano de Zaragoza de mitad del siglo XIX, que hacía trabajos magistrales. Mucha gente decía que era un intermediario y que sus navajas eran de origen francés, pero no estoy de acuerdo; las navajas francesas de la época no tenían la calidad que conseguía Jun con mejores hojas, muelles más recios y acero de calidad".

Román aprendió del recientemente fallecido Dionisio Liso, cuya tradición familiar en el gremio se remonta a 1630. Dionisio tenía una gran ilusión cuando le sobrevino la muerte: un museo de cuchillos y navajas, con todo el material acumulado por varias generaciones de los Liso. "Hubiera sido una gran cosa para el pueblo, pero por desgracia solo pudo empezar a plantearlo. No sé en qué está ahora la idea ni si será posible retomarla".

El actual defensor de la tradición cuchillera sastaguina se ha movido mucho por ferias, sobre todo en Madrid y Albacete, la cuna del gremio. "Aunque el tema industrial da muy buenas calidades hoy en día, valoro más a los artesanos. En su día conocí al famoso Antonio Montejano, que me ha grabado alguna hoja; yo aprecio mucho sus trabajos, y él los míos. En esas ferias intercambias conocimientos, formas de hacer las cosas, hay gente veterana que sabe más que los ratones ‘coloraos’. Es un lujo oírles, compartir ideas y tratar de superarte luego en casa".
Huella en el olimpo navajero
Román ha llegado a lo más alto en el gremio, lo que vendría a ser el salón de la fama NBA de la cuchillería. "Es un orgullo tener dos piezas en el Museo de la Cuchillería de Albacete, un cuchillo y una navaja. Allí hay también un abrecartas de Dionisio y otro cuchillo de los Liso, además de alguna cosa de Valero Jun y un cuchillo de Fortón del siglo XIX".

Román atiende encargos de conocidos: hace cada pieza a medida, pero siempre deja su sello de originalidad; la gente se fía del buen gusto que exhibe el artesano, porque pelar una manzana o partir una longaniza con una Sanz en la mano es cosa fina...
Heraldo de Aragón

13 de noviembre de 2017

Rueda Empieza a Salir del Olvido

Rueda empieza a salir del olvido
La DGA está ejecutando trabajos de reparación y limpieza para poner a punto este complejo cisterciense «lo antes posible» y retomar así las visitas turísticas.

E. Pérez Beriain Heraldo de Aragón


El monasterio de Rueda, ubicado en Sástago, lleva dos años cerrado a las visitas. Las personas que se acercan hasta el complejo cisterciense no pueden recorrer este bien patrimonial, declarado Monumento Nacional, que reabrió al público sus edificios en 2003 y una hospedería, tras 150 años de abandono. En su rehabilitación el Gobierno de Aragón invirtió más de 20 millones de euros. Los problemas con la adjudicataria, la UTE Manzana Hospederías, obligaron a la clausura de estas instalaciones. La solución para volver a recuperar esta joya arquitectónica, sin embargo, parece estar un poco más cerca. La DGA, que demandó a la empresa que se encargaba de la gestión por un "incumplimiento gravísimo del contrato", está rehabilitando y mejorando el inmueble, con la intención de recuperar "cuanto antes" su uso turístico. La idea es ampliar las visitas e incluir lugares que no formaban parte del recorrido.

En las distintas dependencias de este histórico monasterio se están ejecutando actuaciones encaminadas a recuperar el espacio "que quedó dañado y deteriorado tras la gestión de la empresa adjudicataria", indicaron desde la Dirección General de Turismo. El plan es poner en marcha, lo antes posible, la parte monumental, de la que a partir de ahora se hará cargo el Ejecutivo autonómico.

El director gerente de la Sociedad de Promoción y Gestión del Turismo Aragonés, Jorge Marqueta, explicó que varias empresas están acondicionando el complejo para su puesta a punto: "Cuando accedimos al edificio vimos el estado en el que se encontraba, estamos haciendo el mantenimiento que no tuvo". La Asociación de Amigos del Real Monasterio de Rueda denunció hace dos años la situación. Pascual Martínez, secretario de este colectivo, recordó las deficiencias que presentaba entonces el conjunto patrimonial, con maleza y suciedad en su entorno, la noria estropeada o jardines completamente descuidados. La compañía eléctrica cortó la luz por impago e incluso se habían registrado robos. "Afortunadamente –apuntó Marqueta– no tenemos que lamentar afecciones al patrimonio, pero estaba todo descuidado. No tenía agua corriente, ni luz… Era un edificio abandonado a su suerte".

Los trabajos que se están ejecutando, reconoció, "son caros y complicados". Solo se está actuando en la parte monumental, que ocupa la mayor parte del complejo; el tema de la hospedería está inmerso en un proceso judicial, y sobre él no se podrá actuar hasta que no se resuelva. "Queremos que esté todo el edificio en buenas condiciones, para abrirlo todo. Aún faltan unos cuantos meses de obras". Ya se ha limpiado el entorno y se ha arreglado la noria, el emblema de este monasterio y que le da nombre. En total, según calculó Marqueta, se destinarán unos 400.000 euros a recuperar el complejo.

Para el secretario de la Asociación de Amigos del Monasterio de Rueda, estos trabajos "son motivo de satisfacción", porque "es una buena señal que se comience a actuar". Martínez indicó que no han podido comprobar cómo va la evolución en su interior, pero desde fuera han podido cerciorase de "cómo se han preparado ya los jardines para plantar césped y se han arreglado los accesos"

4 de noviembre de 2017

Ruta Senderista Del Cister

Ruta Monasterio de Rueda
Rafael Fernández Tremps.
Muchas felicidades por el sexto cumpleaños de la Ruta, así como por la esmerada organización de la Asociación de Amigos de Rueda. También quiero hacer extensiva la felicitación a todos los colaboradores: Marta Híjar, de Sástago, Agente de Seguros MGS; Excavaciones Javier Artal, de Escatrón; Áridos Artal S.L. de La Puebla de Híjar y Óptica Bretón, de Zaragoza. Vaya el siguiente escrito en agradecimiento a todos ellos, así como para todos que participaron y disfrutaron de tan atractiva ruta. Gracias.

En septiembre, el día treinta,
atendiendo a la proclama
de los Amigos de Rueda
para hacer la caminata
acudimos al cenobio.
Ruta del Cister se llama
que, en este, cumplió seis años
siguiendo fresca y lozana.

A las puertas del recinto
fue el lugar de la quedada.
Siendo la hora de la cita
las ocho de la mañana.
Algunos tardanos hubo,
en su favor alegaban
que se habían despistado
por la enorme madrugada.

Aun siendo conocedores,
cuando al cenobio llegabas
te invadía la tristeza
al ver sus puertas cerradas.
Una verdadera pena
ver tal joya desgraciada.
Quien espera, desespera
cuando la demora es larga.

Haciendo causa común
nos recibió la mañana:
anduvo el sol perezoso
y el cielo con telarañas,
como queriendo mostrar
dolor y desesperanza,
pues llevan seiscientos días
viéndola sola, olvidada.

A pesar de los pesares
no se pierda la esperanza,
pues nos dieron un aliento:
nos dijeron, en voz baja,
que se hacen reparaciones
ya que dentro se trabaja.
Esperemos que no sea
infinita la tardanza.

Al tiempo de pasar lista,
la camiseta entregaban,
este año de color fucsia.
También, un número daban
para la rifa final
que tenían programada.
Después, hicieron la foto
con la gente uniformada.

Tras dichas formalidades,
se inició la caminata
por su trayecto habitual.
Por ser ruta que no cansa
tuvo pocas variaciones.
Las que hicieron, acertadas.
Y por ella disfrutamos
dos horas y media largas.

Entre ochenta caminantes
la juventud dominaba
que, en aumento año tras año,
a veteranos remplaza.
La razón mujeres/ hombres,
casi, casi equilibrada.
Y un asistente especial,
de Alborge llegó una cabra.

Entre vales y cabezos
discurrió toda la marcha.
El cerro del Mocatero
al fondo se divisaba.
La subida del “Ampriú”,
un gran reto a pedaladas…
Parajes de monte bajo,
la belleza os acompaña.

Las plantaciones de pinos
vimos muy abandonadas
pues, por la escasez de lluvia,
deslucían muchas plantas.
Asnallo, espino, romero,
lentisco, enebro, retama…
Paisajes de monte bajo,
regalos que nos atrapan.

Se fueron formando grupos,
los diálogos comenzaban.
En principio intranscendentes
luego, de cosas variadas
bien del tema de los hijos
o de asuntos de la casa.
Del fútbol del Zaragoza,
que bien juega y que no gana…

De temas de actualidad
no faltó la catalana
y los independentistas
muy mal parados quedaban…
Por marchar tan retrasado,
alguno se lamentaba:
¡Ay! los años no perdonan,
¡Yo que siempre fui medalla!

Tras dos “horicas” y media
la Ruta su fin tocaba,
al cabo de diez minutos
el coche escoba llegaba.
Tomamos de refrigerio
unos hermosos bocatas
de salchichón o chorizo,
según lo que te gustara.

Más tarde, vino el sorteo,
dos gafas de sol rifaban
y veinte litros de aceite
puestos en cuatro garrafas.
A los patrocinadores,
un plato con anagrama
de la Asociación de Amigos
de Rueda les regalaban.

Para terminar les cuento
cosas que se comentaban.
Tomadas a vuelapluma,
de mi cosecha no es nada.
No lo entiendan como crítica,
ni siquiera discrepancia.
Y sí, para querer ver
su sonrisa dibujada.

Para la próxima vez,
el tomate del bocata
podría ser natural
y no ponerlo de lata.
No será moco de pavo
si la hora de la quedada
fuera en hora más prudente
y no tan de madrugada.

¡Ah! Y hablando del aceite,
del que allí se sorteaba,
si trajeran los embases
de dos litros por garrafa,
le tocaría a más gente
y harían más propaganda.
Y no haría falta rifa
si de a cuarto lo envasaran…

Tampoco estaría mal
que una farmacia buscaran
y una crema para el sol
a todos les regalara.
Gran ilusión causaría
si en el mismo pack entrara
una brújula pequeña
que pérdidas evitara.
Mucho empleo le darían,
sobre todo, los que atajan…

Y, como punto final,
quiero decir en voz alta:
mucho merece la pena
hacer esta caminata.
Y la del año que viene
será mucho más sonada:
abrirán el Monasterio,
es nuestra gran esperanza,
y podremos deleitarnos
con una visita guiada
que, de manera erudita,
Bautista, siempre, regala
Rafael Fernández Tremps.
Sástago, septiembre, 2017.