Cosas de Zaragoza que seguro te gustarán.
¿Habéis oído tocar LA CAMPANA DE LOS
PERDIDOS? Si cualquier noche de éstas estáis cerca de la iglesia de San Miguel
hacia las 22'00, oiréis 33 campanadas seguidas. ¿Qué significa eso?
La iglesia de San Miguel ha estado siempre en el límite de Zaragoza, junto a
una de sus puertas. Hasta finales del siglo XIX más allá sólo estaba el Huerva
y huertas, y a veces era difícil encontrar el camino de vuelta (más si tenemos
en cuenta que la ciudad no estaba iluminada por la noche).
En 1529, después de
una fría noche de enero, aparecieron muertas dos mujeres, un anciano y un
muchacho. Se habían perdido y habían muerto de frío, por lo que se pensó que
había que buscar una solución.
Se puso una linterna en la torre de la iglesia (que se veía desde muy lejos), pero una tormenta la arrancó años después.
Se puso una linterna en la torre de la iglesia (que se veía desde muy lejos), pero una tormenta la arrancó años después.
Se
decidió entonces que una campana de San Miguel tocara de media en media hora
desde el atardecer hasta media noche y que para ello el campanero tuviera
habitación en la misma torre o junto a ella.
Finalmente, desde 1725 se resolvió
tocarla como se toca ahora, a las diez de la noche desde la Cruz de mayo (el día 3) hasta
la Cruz de
septiembre (el día 14), y a las nueve el resto del año, 33 campanadas
recordando los años a los que murió Cristo.
De ahí vienen unos viejos versos
que recuerdan que el toque de la campana de los perdidos era lo que marcaba el
principio de la noche en Zaragoza.
Al tocar la campana
de los perdidos
se acaban los saraos
y los corrillos.
Los altares se apagan,
las rondas salen,
y aprovechan las sombras
muchos galanes.
Me encanta que se conserven estas tradiciones, y por eso os dejo una imagen de la torre de San Miguel, con el maravilloso remate que le diseñó Ricardo Magdalena a finales del siglo XIX.
Al tocar la campana
de los perdidos
se acaban los saraos
y los corrillos.
Los altares se apagan,
las rondas salen,
y aprovechan las sombras
muchos galanes.
Me encanta que se conserven estas tradiciones, y por eso os dejo una imagen de la torre de San Miguel, con el maravilloso remate que le diseñó Ricardo Magdalena a finales del siglo XIX.