El Tío Boleas nació y vivió a comienzos del siglo pasado, es un personaje entrañable para los que lo conocieron, hombre cabal donde los haya, buen trabajador, pero tenia un pequeño defectillo, le gustaba contar alguna mentirijilla que otra, por eso el apodo de Tío Boleas.
Un pariente suyo, ha tenido a bien relatarme alguna de sus aventuras, que muy gustosamente plasmare en estas líneas para que quede constancia de esas vivencias.
La carpa y el conejo.
Contaba el Tío Boleas, lo que le aconteció un día en el que había ido al río para pescar, no por deporte entonces se iba al río a pescar para comer.
Bien, el tío Boleas estaba sentado en el puesto de pesca con la caña en el río, intentando sacar unos peces para la cena, cuando de repente le entro un retorcijón de tripas a la vez que notaba la picada del pez en la caña, el tío Boleas se bajó los pantalones sin soltar la caña, se puso en cuclillas y se dispuso a evacuar......
Y en eso estaba cuando sintió la picada, el corcho se le fue a dentro del agua, el pez era grande, el tío Boleas estaba en pleno esfuerzo, pero agarro la caña con las dos manos y dio un impresionante tirón a la caña hacia fuera del agua.
El pez salió como un obús enganchado en el anzuelo, describió un arco ascendente pasando por encima de la cabeza del tío Boleas, con tan buena fortuna que un conejo se desbarró en ese momento, justo en la trayectoria que llevaba el pez y aunque les resulte increíble, el pez dio de lleno en la cabeza del conejo y lo dejo seco.
El tío Boleas terminó con sus obligaciones corporales, cogió el pez y el conejo y se fue a su casa a contar la gesta que le había acontecido.
Una caja de melocotones
La caza y la pesca en aquellos días era mas cosa de necesidad que de deporte, los cartuchos se los fabricaba el cazador y las cañas de pesca y los anzuelos lo mismo.
El tío Boleas como la mayoría de hombres de aquella época, era cazador y pescador, esta es una historia que contaba con mucho sentimiento al calor de la lumbre, en las fría noches de invierno.
Un día cazando conejos por una zona de vegetación alta, le salió un ciervo, el tío Boleas se echó mano a los bolsillos pero no llevaba cartuchos de postas solo de perdigon para pluma, el tío Boleas se estaba comiendo un presco así que metió un cartucho de perdigón del 10, cogió el hueso del melocotón y lo metió por la boca de la escopeta apunto al ciervo entre la maleza y PUM...... disparo la escopeta el ciervo dio un salto y salió disparado perdiéndose entre la alta maleza. El tío Boleas se marchó sin el ciervo.
Un año después el tío Bolea estaba cazando por la misma zona y de pronto entre la maleza vio la figura de un ciervo con una gran cornamenta, esta vez el Tío Boleas llevaba postas, así que apunto y en el momento del disparo el ciervo se movió y dio varias embestidas con la cornamenta pero salió dando saltos y se perdió entre la maleza.
El tío Boleas se acercó a donde estaba el ciervo y no encontró rastro de sangre pero lo que sí encontró fue quince o veinte kilos de melocotones en el suelo.
Seguiremos con la saga del Tío Boleas.
28 de marzo de 2010
21 de marzo de 2010
A Santiago de Compostela en bicicleta
Preparación para el camino, 13 Marzo, Más de la Val, 14 Marzo, Fuentes-Mediana
El pasado 13 de Marzo tuve el placer de asistir a una comida en el monte para celebrar el inicio de la preparación de un grupo de ciclista de Sástago y Alborge que van hacer el camino hacia Santiago de Compostela.
En el transcurso de la comida los ciclistas presentes explicaron que el recorrido iba a empezar en Santander y que recorrerían unos 60 Kilómetros diarios dependiendo de la situación del lugar de alojamiento. Llevan una furgoneta de apoyo para averías y desfallecimientos si se producen y calculan que en 15 días pueden completar el recorrido desde Santander a Santiago de Compostela.
En total van seis ciclistas pero todavía se pueden apuntar gente, para ello hay que contactar con Pablo Tremps en Sástago.
Tras la comida, Miguel Ángel nos hizo un buen café, el que quiso se hecho una gotas para darle mas cuerpo.
Como empezaba a refrescar recogimos bártulos y marchamos a Sástago, al bar El Rincón Social del Vago también conocido como: El bar del Raúl y allí disputamos a cara de perro una partida de Mús.
Como no me dejaron escotar mi parte de la comida les invite a unos cócteles especiales que hace Raúl y que son buenísimos, los hace con mas o menos alcohol según el gusto del cliente.
Tras el mús entablamos una discusión sobre el blog, los escritos del mismo y sobre mis tendencias políticas, que no llego a ninguna parte, pero nos hizo pasar un rato agradable.
Todo eso dio de si la jornada de presentación del recorrido ciclista hacia Santiago 2010, según avance la preparación iremos informando sobre el número de participantes y mas detalles sobre alojamientos y características del viaje.
Fotos: Pablo Tremps
Fernando Benito
El pasado 13 de Marzo tuve el placer de asistir a una comida en el monte para celebrar el inicio de la preparación de un grupo de ciclista de Sástago y Alborge que van hacer el camino hacia Santiago de Compostela.
Uno de los ciclistas de origen catalán Juan Carlos, nos trajo unos embutidos de su tierra, Pablo Tremp los calsots, las cebolletas que asan en la parrilla, Alberto Minguillón nos trajo un vino de reserva buenísimo, Jesús Minguillón una pandereta de anchoas en salmuera y un flan de café que a Milagros su mujer le sale buenísimo, Miguel Ángel puso el más y entre todos el resto de la compra que consistía en carnes para asar en la parrilla.
Yo puse mucha voluntad en comerme todo lo que iban poniendo sobre la mesa y bebiendo el extraordinario vino con el que regábamos el estomago para que las viandas fueran entrando.En el transcurso de la comida los ciclistas presentes explicaron que el recorrido iba a empezar en Santander y que recorrerían unos 60 Kilómetros diarios dependiendo de la situación del lugar de alojamiento. Llevan una furgoneta de apoyo para averías y desfallecimientos si se producen y calculan que en 15 días pueden completar el recorrido desde Santander a Santiago de Compostela.
En total van seis ciclistas pero todavía se pueden apuntar gente, para ello hay que contactar con Pablo Tremps en Sástago.
Tras la comida, Miguel Ángel nos hizo un buen café, el que quiso se hecho una gotas para darle mas cuerpo.
Como empezaba a refrescar recogimos bártulos y marchamos a Sástago, al bar El Rincón Social del Vago también conocido como: El bar del Raúl y allí disputamos a cara de perro una partida de Mús.
Como no me dejaron escotar mi parte de la comida les invite a unos cócteles especiales que hace Raúl y que son buenísimos, los hace con mas o menos alcohol según el gusto del cliente.
Tras el mús entablamos una discusión sobre el blog, los escritos del mismo y sobre mis tendencias políticas, que no llego a ninguna parte, pero nos hizo pasar un rato agradable.
Todo eso dio de si la jornada de presentación del recorrido ciclista hacia Santiago 2010, según avance la preparación iremos informando sobre el número de participantes y mas detalles sobre alojamientos y características del viaje.
Fotos: Pablo Tremps
Fernando Benito
7 de marzo de 2010
La Nueva Barca de Alforque
El pasado sábado 6 de Marzo, en Alforque, tuvo lugar un acontecimiento que merece la pena ser reseñado.
Después de treinta años de que desapareciera la barca que cruzaba el rio, por culpa de un voraz incendio. El sábado por la mañana, ante la atenta mirada de los habitantes de Alforque y muchos amigos de otros pueblos vecinos que quisieron sumarse a la fiesta, se coloco sobre el agua por dos potentes grúas, la nueva barca reconstruida, para deleite de todo un pueblo que apuesta por mantener vivas sus tradiciones y sus costumbres.
Por la noche se celebro en el pabellón de festejos de Alforque, una extraordinaria cena popular, a la cual tuve el placer de asistir y degustar el extraordinario guiso que los cocineros prepararon.
Desde estas líneas agradecer al alcalde de Alforque, D. Antonio Catalán y por extensión a todos los habitantes del pueblo su amabilidad y su hospitalidad, jamás me he sentido extraño en Alforque, siempre que he visitado el pueblo me han tratado con una cortesía y una amabilidad que quiero reseñar.
Seguid así Alforquinos
Reportaje fotográfico: Jesús Minguillón
Después de treinta años de que desapareciera la barca que cruzaba el rio, por culpa de un voraz incendio. El sábado por la mañana, ante la atenta mirada de los habitantes de Alforque y muchos amigos de otros pueblos vecinos que quisieron sumarse a la fiesta, se coloco sobre el agua por dos potentes grúas, la nueva barca reconstruida, para deleite de todo un pueblo que apuesta por mantener vivas sus tradiciones y sus costumbres.
Por la noche se celebro en el pabellón de festejos de Alforque, una extraordinaria cena popular, a la cual tuve el placer de asistir y degustar el extraordinario guiso que los cocineros prepararon.
Desde estas líneas agradecer al alcalde de Alforque, D. Antonio Catalán y por extensión a todos los habitantes del pueblo su amabilidad y su hospitalidad, jamás me he sentido extraño en Alforque, siempre que he visitado el pueblo me han tratado con una cortesía y una amabilidad que quiero reseñar.
Seguid así Alforquinos
Reportaje fotográfico: Jesús Minguillón
1 de marzo de 2010
El Bandido Cuatrouñe
Hablando de bandidos, tengo que decir que en Val de Emposta, una zona al suroeste de Sástago, donde por la orografía del terreno esta el camino más corto para ir a La Puebla de Hijar o Azaila, andando, en carro, o a lomos de un animal.
Ese camino era muy transitado allá por final del siglo XVIII y principios del XIX.
Y en esa Val y en esa época, es donde actuaba un bandido, desvalijando de sus enseres y pertenencias más preciadas, a los viandantes que por allí transitaban, sobre todo al oscurecer.
El bandido en cuestión era el Cuatrouñé, no se sabe a ciencia cierta de donde le venía el apodo, El bandido se hizo famoso por su forma teatral de cometer los atracos, su truco era el siguiente:
Al anochecer colocaba varios espantapájaros en las orillas del camino, y se ponía al acecho, cuando barruntaba el ruido de los carros, caballos o las voces de los transeúntes, encendía unos cigarros, y se los colocaba en los muñones a los espantapájaros también llamados “monchutes” en la zona de la que hablamos. El caso es que las figuras estaban situadas estratégicamente junto al camino y parecían personas de verdad.
Los viajeros al ser de noche, solo veían las brasas encendidas de los cigarros en las manos de los espantapájaros, las sombras de las figuras a la luz de la luna hacían el resto, el miedo es libre, más aun al oír al bandido Cuatrouñe con voz potente decir:
- Alto, sacar lo de valor y entregarlo.
- Y vosotros, dirigiéndose a los “monchutes.”
- Quietos y no hagáis nada hasta que yo os lo mande.
Los pobres transeúntes, ante lo que veían y se figuraban, muertos de miedo ante lo que ellos creían una partida de bandidos, entregaban sus pertenencias sin rechistar no fuera que además de sus pertenencias les quitara otra cosa mas preciada.
Ese fue el modus operandi del bandido Cuatrouñe, mientras duraron sus correrías por Val de Emposta, no se sabe exactamente cuantos años duraron los atracos, ni cuantos fueron.
Como todos los bandidos, tenia numerosos escondites para que no lo pillaran los picoletos. Unos dicen que se refugiaba en Pina de Ebro, otros en Gelsa y otros dicen que se refugiaba por los montes de la comarca, lo cierto es que tenía aterrorizados a todos los viandantes que circulaban por Val de Emposta.
Se cuenta, se dice, que un joven de Sástago que frecuentaba ese camino porque festejaba con una moza de La Puebla de Hijar, una vez, cuando volvía de visitarla a lomos de su caballo, una noche de luna llena, diviso a cierta distancia los espantapájaros dispuestos a ambos lados de la cuneta del camino y vio como un individuo les colocaba los cigarros en la mano, seguramente había oído el ruido que hacia el caballo y el bandido Cuatrouñe se disponía a atracarlo.
El joven gran conocedor de la zona dio media vuelta y se adentro por otro camino, que aunque mas largo al fin y a la postre resultaba mas seguro, salvándose de ser desvalijado por el bandido Cuatrouñe.
Desde ese día, cuando volvía de festejar con la novia, si se le acercaba a pedir agua algún caminante de por la zona de Val de Emposta, con una mano sacaba la bota o la cantimplora y con la otra sacaba la pistola, y mientras el sediento bebía agua lo apuntaba disimuladamente con la pistola, porque no se fiaba de lo que por esos lares caminaba.
Del bandido Cuatrouñe no se sabe si murió a manos de los picoletos, o simplemente se canso de atracar viajeros por la zona de Val de Emposta y se fue a otros lugares a seguir robando a los transeuntes.
En cuanto al joven sastaguino, en tiempos se decía que vivían el la Plaza Piquete de Sástago, en fin, eso de todas formas forma parte de la leyenda.
Relato de: Simón Ordovás
Adaptación: Fernando Benito
Ese camino era muy transitado allá por final del siglo XVIII y principios del XIX.
Y en esa Val y en esa época, es donde actuaba un bandido, desvalijando de sus enseres y pertenencias más preciadas, a los viandantes que por allí transitaban, sobre todo al oscurecer.
El bandido en cuestión era el Cuatrouñé, no se sabe a ciencia cierta de donde le venía el apodo, El bandido se hizo famoso por su forma teatral de cometer los atracos, su truco era el siguiente:
Al anochecer colocaba varios espantapájaros en las orillas del camino, y se ponía al acecho, cuando barruntaba el ruido de los carros, caballos o las voces de los transeúntes, encendía unos cigarros, y se los colocaba en los muñones a los espantapájaros también llamados “monchutes” en la zona de la que hablamos. El caso es que las figuras estaban situadas estratégicamente junto al camino y parecían personas de verdad.
Los viajeros al ser de noche, solo veían las brasas encendidas de los cigarros en las manos de los espantapájaros, las sombras de las figuras a la luz de la luna hacían el resto, el miedo es libre, más aun al oír al bandido Cuatrouñe con voz potente decir:
- Alto, sacar lo de valor y entregarlo.
- Y vosotros, dirigiéndose a los “monchutes.”
- Quietos y no hagáis nada hasta que yo os lo mande.
Los pobres transeúntes, ante lo que veían y se figuraban, muertos de miedo ante lo que ellos creían una partida de bandidos, entregaban sus pertenencias sin rechistar no fuera que además de sus pertenencias les quitara otra cosa mas preciada.
Ese fue el modus operandi del bandido Cuatrouñe, mientras duraron sus correrías por Val de Emposta, no se sabe exactamente cuantos años duraron los atracos, ni cuantos fueron.
Como todos los bandidos, tenia numerosos escondites para que no lo pillaran los picoletos. Unos dicen que se refugiaba en Pina de Ebro, otros en Gelsa y otros dicen que se refugiaba por los montes de la comarca, lo cierto es que tenía aterrorizados a todos los viandantes que circulaban por Val de Emposta.
Se cuenta, se dice, que un joven de Sástago que frecuentaba ese camino porque festejaba con una moza de La Puebla de Hijar, una vez, cuando volvía de visitarla a lomos de su caballo, una noche de luna llena, diviso a cierta distancia los espantapájaros dispuestos a ambos lados de la cuneta del camino y vio como un individuo les colocaba los cigarros en la mano, seguramente había oído el ruido que hacia el caballo y el bandido Cuatrouñe se disponía a atracarlo.
El joven gran conocedor de la zona dio media vuelta y se adentro por otro camino, que aunque mas largo al fin y a la postre resultaba mas seguro, salvándose de ser desvalijado por el bandido Cuatrouñe.
Desde ese día, cuando volvía de festejar con la novia, si se le acercaba a pedir agua algún caminante de por la zona de Val de Emposta, con una mano sacaba la bota o la cantimplora y con la otra sacaba la pistola, y mientras el sediento bebía agua lo apuntaba disimuladamente con la pistola, porque no se fiaba de lo que por esos lares caminaba.
Del bandido Cuatrouñe no se sabe si murió a manos de los picoletos, o simplemente se canso de atracar viajeros por la zona de Val de Emposta y se fue a otros lugares a seguir robando a los transeuntes.
En cuanto al joven sastaguino, en tiempos se decía que vivían el la Plaza Piquete de Sástago, en fin, eso de todas formas forma parte de la leyenda.
Relato de: Simón Ordovás
Adaptación: Fernando Benito
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