9 de julio de 2009

Leyendas de Aragón (El torico)

EL TORICO

Según ciertas leyendas, en tiempos remotos las villas eran levantadas en el mismo lugar en el que se abatía a un animal perseguido. En el lugar del abatimiento se erigía un santuario y a su alrededor se edificaba la villa.

En alguno de esos tiempos remotos (1170), los caballeros cristianos de Alfonso II que habían ahuyentado y expulsado a los moros que tenían tomado el territorio turolense, tras recuperarlo, decidieron fundar una villa y amurallarla para así evitar nuevos y futuros ataques moros. No sabiendo donde construirla decidieron por fin que se haría allí donde se abatiese un animal.
Cierta noche, un toro se detuvo bajo una estrella llamada Actuel, en el lugar que hoy ocupa la plaza del Torico y comenzó a bramar insistentemente.
Los caballeros, aunque presos de miedo, tomaron por buena la señal que cielo y tierra les ofrecían en aquella noche estrellada y tras abatirlo decidieron construir allí su villa.
Llegado el momento de asignarle el nombre, acordaron tomar las tres primeras letras de la palabra toro “tor” y juntarlas con las tres últimas de la estrella “uel”, obteniendo así el nombre de TORUEL.


EL MILAGRO DE LAS SOPAS DE AJO

Cuenta esta leyenda que, estando el rey Jaime I en la ciudad de Teruel, cayó tan enfermo que todo el mundo temía por su vida. La enfermedad parece ser que le sobrevino como consecuencia de una cacería que había realizado en tierras de Gea de Albarracín. Ni los médicos judíos de Teruel, ni los propios galenos de la Corte, acertaban el remedio para sus males, y el rey estaba cada vez peor.

A uno de sus súbditos se le ocurrió la idea de aplicar al rey el mismo remedio que había utilizado, hacía tiempo, con un familiar suyo: poner a hervir una cazuela con agua, pan y ajos.
Los médicos, desesperados, aunque creyendo la idea un disparate, aceptaron la propuesta del súbdito.
Pan y agua sí que había, pero no ajos. Sólo en tierras de Valencia podían conseguirse. Seis jóvenes caballeros se ofrecieron voluntariamente para ir a buscarlos al reino de Valencia, que por aquel entonces todavía estaba bajo dominación mora. Tras mucho buscar consiguieron cinco cabezas del sabroso condimento. De tan peligrosa expedición sólo volvió sano y salvo uno de ellos, trayendo consigo cinco cabezas de ajos.
Una anciana fue la encargada de preparar las sopas de ajo que curaron en el acto su enfermedad y tras las cuales se le abrió tanto el apetito que continuó con unas chuletas de ciervo.
A la mañana siguiente, tras dormir como un lirón, fue informado de lo caros que habían resultado los ajos, pero el Rey, agradecido, recompensó a los familiares de los caballeros fallecidos así como al superviviente. Además dispuso que el cultivo de los ajos se propagara por todo su reino a fin de no tener que ir en próximas ocasiones al reino de Valencia y pagarlos tan caros.
Este dicen que fue el origen de las sopas de ajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario