10 de febrero de 2022

A Pluma y Pincel de Julio Izquierdo (pintura y poesía)

 Aquí va otra tanda de poemas y cuadros de Julio Izquierdo, grande como siempre.

AL NIÑO QUE NACE


Vendrás a este mundo nuestro con lágrimas y sonrisas,
con suspiros de ternura y oleajes de brisa.
Espero de ti otro viento exento de iniquidades,
para respirarlo juntos, para calmar tempestades.
 
Tu que naces impoluto, limpio y azul como el cielo,
quiero que seamos siempre, yo tu luz, tu mi consuelo. 
Andaremos los senderos unidos cual peregrinos,
cargadas nuestras mochilas de atardeceres y trinos.
 
Yo te prometo quitar las piedras de tu camino
y ayudarte a sortear las trampas de tu destino.
Será una rara amistad con visos de desatino;
un viejo presto a morirse y un niño recién nacido.

AL LIENZO EN BLANCO


Al lienzo blanco de cellisca fría.
Rectángulo desafiante sediento de aventuras
y ávido de armonías.

Te burlas de mí, en mis fracasos,
con esa enorme boca blanca
siempre insatisfecha…
¡Siempre pidiendo más!

Pero yo me burlo de ti
cuando consigo convertirte en mar,
en arboleda, en río, en cielo azul.

Cuando consigo que mezas amapolas
y te convierto en espejo de atardeceres.

Sufro cuando no consigo saciar tu hambre,
cuando no consigo calmar tu sed,
y cuando no soy capaz de inmortalizarte.

AMOR ADOLESCENTE


Dentro de ti clama
pero tu aliento lo achanta
con voces de indiferencia fingida.

Es un secreto entre tu alma enamorada
y tu tímida boca adolescente
que sólo trasciende a tu almohada,
pañal receptivo de incontinencias emocionales.

Ocultar el amor es una lucha lacerante,
un desasosiego incontrolable,
una batalla cruel contra uno mismo
que casi siempre se pierde.

Dar rienda suelta al sentimiento libera,
pero el miedo al desengaño mata.

Esa disyuntiva es la grandeza del amor
y el precio que siempre nos cobra la vida
cuando perseguimos algo sublime.

ANDANDO HACIA ATRAS


Ayer estuve en los campos,
en las solanas de antaño,
en los cañares del río
donde el cierzo silba ufano.

Ayer recordé mis tardes
observando ensimismado
como cimbrean los juncos
al ritmo de los ocasos.

¡ Qué paz en el firmamento !
¡ Qué quietud en los ribazos !
¡ Qué amor en las florecillas
y qué sosiego en los campos !

Ayer anduve de vuelta
guiando hacia atrás mis pasos.
¡ Cuántas batallas absurdas,
y cuantos pasos en falso !


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