La leyenda de
San Jorge
Mártir cristiano sacrificado en torno al año 303 en Lydda (actual Lod,
Israel).
Llamado "el gran martir", San Jorge es venerado desde el siglo
IV. Personaje de origen real, el vacío de su desconocida biografía se rellena
con diversas pasiones legendarias que lo presentan como un militar que, después
de confesar su fe cristiana, sufrió las mayores torturas y propició sonadas
conversiones.
A fines del primer milenio se forjó la leyenda de su lucha contra un terrible dragón para liberar una bella
princesa o doncella. Su culto se extendió rápidamente por el mundo cristiano.
Su fiesta litúrgica se ha celebrado siempre el 23 de abril, tanto en los
calendarios orientales como en el romano y el hispano-mozárabe.
En Aragón, la devoción a San Jorge, presentado como el ideal de caballero cristiano, adquirió especial relieve a partir del
siglo XII, gracias a las órdenes militares, a los relatos de los cruzados y,
sobre todo, a la casa real aragonesa. Su figura se relacionó con la batalla de Alcoraz (Huesca) de 1096, en la que habría
ayudado montado a caballo al ejército del rey Pedro I.
En 1201, Pedro II fundó la orden militar de San Jorge de
Alfama en un castillo cercano a Tortosa y Jaime I apoyó la fundación de cofradías
bajo la misma advocación, como las erigidas en Huesca y Teruel en la primera
mitad del siglo XIII.
Aunque no se dio una disposición canónica al respecto, puede afirmarse que
San Jorge ha sido formalmente patrono de Aragón desde la Edad Media. La
catedral y el concejo de Huesca, desde principios del siglo XV, por lo menos,
vienen celebrando su fiesta con solemnidad litúrgica y procesión a la ermita
del santo, sita en el Pueyo de Sancho
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