MUERTE DE DON ARTAL DE ALAGÓN
ROMANCE HISTÓRICO
No llegaba a cien leones
forrados de fuerte acero,
almogávares, peones
y hasta quince caballeros.
La peña Rubia cruzaba
la tropa de los guerreros,
que en correrías y algaradas
sirven a Jaime Primero.
Cuando llegó la mesnada
a lo alto del otero,
que a su pie nace la rambla
de la Torre. El caballero
que acaudilla a los jinetes,
los para y manda.
¡Silencio!.
-¡Barones!, los coseletes,
las espadas y los yelmos,
los escudos y las lanzas
requerid y tener prestas.
Voy me acercar a esa casa,
que es bien que nos informemos,
qué es aquesa fortaleza
que allá a la derecha vemos.
En de Entenza, con vos Blasco,
vigilad mientras ya vuelvo.
En Chico, Alpañés y Marco
acompañadme, que tengo
de no hacer el botín parco
que yo ofrecerle al Rey quiero.
No llegaba a cien leones
forrados de fuerte acero,
almogáveres, peones
y hasta quince caballeros.
En la puerta de Alquería
Con fuertes golpes llamó;
El moro que allí vivía
al punto le conoció.
-Alá te guarde, cristiano,
muy noble, Artal de Alagón.
¿Cómo osastes, tan ufano,
atreverte a esta invasión?.
-No es hora que me interrogues,
sino yo a ti,¡Vive Dios!,
así que presto, responde.
-Pregunta Artal de Alagón:
¿Cómo se llama el castillo
que allá al fondo se divisa?.
-Sag en mi idioma, caudillo,
en tu romance Segisa.
Si atacarlo es tu intención,
noble guerrero, deprisa,
tu derrota y perdición
encontrarás en Segisa.
No te enojes del aviso
que decírtelo me pesa.
Que soy servidor sumiso
de nuestro Adalid de Enesa.
Honrad mi casa, señor,
comida y agua os darán
en Torre del amparador,
alquería de Alí-Zeyán
-Perdóname Alí-Zeyán
que no te reconociera.
¿Cómo tenía que pensar
al verte por estas tierras?.
Que a fe de noble guerrero,
te asegura Don Artal,
que nobles mis mesnaderos
osarán hacerte mal.
Te pediré un gran favor.
¿Lo que se ve desde aquí
y sierras de alrededor,
cómo se llaman Alí?.
-Yo nunca seré traidor
a la causa musulmana.
Los nombres diré, señor,
pero tropas mahometanas
nunca os diré si hay o no.
En esos montes de ahí enfrente
son la sierra de Puntal;
detrás levante imponente
sus picos el Carrascal.
Todas las viñas que ves,
los pinos, los arenales,
la Torres y Orcajo es;
Charquillos y Maturrales
son los que siguen después.
Pasado el bosque de pinos
hay un barranco, Bolaj ,
que nosotros le decimos.
La sierra que ves allá
es Camara, la conoces
cuando en nuestras correrías,
en galopadas veloces
de Valencia a Murcia ibas.
Allá donde el sol se pone,
es la sierra de Cabreras;
el Carrizal más al norte
con sus charcos y junqueras.
-Alí-Zeyán, gracias mil
por hacerme este favor;
que Dios te bendiga, Alí.
-¡Que Alá te guarde, señor!
La tropa se pone en marcha
cruzando por el atajo;
relucen como la escarcha
junto al Pino del Orcajo.
Bajo el pino los convoca
para un consejo de guerra,
caballeros y armas chocan
cuando éstos echan pie a tierra.
A en Artal y a en Ramón Folch
presidir les corresponde:
A en Artal por director
y a en Ramón por ser vizconde
de Cardona; y alrededor
un obispo y once nobles.
En el talud de la Rambla
dejan escudos y aceros,
por la empresa de sus armas
se saben los caballeros.
El de barras catalanas
con báculo y una cruz,
que es de un obispo-señala-
y se llama Arnau de Gurb.
Tres tajadas de selene
que pregonan su alta cuna,
igual que Buitrago tiene
en su escudo Artal de Luna.
De pesar la plata y oro
escudo, Jaime Primero
dio a en Marco que contra moros
ganó marcos con su acero.
Es la justicia virtud
que a José Chico retrata,
luce sobre campo azul
lobos pasantes de plata.
Sueño ornario de laurel,
no hay empresa en su pavés,
es caballero novel,
pero bravo, en Alpañés.
En Ximen de Urrea,
que su padre las ganara
contra huestes agarenas
en la batalla Las Navas.
En Torreblanca es un muro
que une dos torres más altas
y completan el escudo
banderas y cruz de Malta.
Hay dos escudos franceses,
Dantonja y Pertusa son;
pelean como aragoneses,
aunque son del Rosellón.
Bajo la copa del pino
se sientan los caballeros;
discurren obrar con tino.
En Artal habla el primero.
El vizconde de Cardona
conocedor del terreno,
porque combatió en la loma
del Carrizal no cree bueno
por aquel lado atacar
por las junqueras y el cieno
y al Plano hay que cruzar.
Los caballos agarenos
bien nos pueden derrotar.
Un almogavar se acerca:
-Micer,dice a en Artal.
-Yo conozco un sitio cerca,
el mejor para atacar.
A Bolaj con lento paso
marchan tropa y caballeros.
El sol llegaba al ocaso,
era el día dos de febrero
(año 1239)
No llegaba a cien leones
forrados de fuerte acero,
almogáveres, peones
y hasta quince caballeros.
Dice Arnau de Gurb la misa,
que oyen todos los guerreros,
armados a toda prisa
a la luz de los luceros.
Asoma el sol por oriente,
cuando alzando a Dios se está
oyen el grito estridente:
Alá‚ Alá lo sabba . Oh, Alá!.
El grito del almuecín
suena como maldición.
¡Barones!. ¡Hay que morir
o vencer por Aragón!.
No podemos consentir,
a fuer de buenos cristianos,
lo que termináis de oir
a ese almuecín mahometano.
¡A las armas!.¡A la lid!.
Y al terminar en Artal,
el obispo al bendecir
Dice:¡Ayúdanos San Blas,
que si esta villa se rinde
al Rey Don Jaime Primero,
haremos que se te brinde
para que seáis medianero
ante Dios, nuestro Señor,
y Patrón seréis del pueblo.
¿Lo juráis por vuestro honor?.
¡Lo juramos!. Los aceros
con su vivo resplandor
confirman el juramento
de las huestes de Aragón.
Reptando como serpiente
de metálicos anillos
marchan silenciosamente;
los ojos en el castillo,
para ver si en lo más alto
el vigía prende la hoguera
de alarma, y fustra el asalto.
Por eso, hasta las banderas,
los alférez arrolladas
las traen por si flamean
bien pueden ser divisadas
que del castillo están cerca.
Al llegar a las Fontanas
sus estandartes despliegan,
el dorado con las barras
en la vanguardia la llevan.
En Artal grita:¡Al ataque!.
Suenen las trompas de guerra.
¡Despierta ferro!¡Almogávares!
grita Berenguer de Entenza.
¡San Jorge y San Blas, ayuda!.
-Arnau de Gurb implora:
Cristianos, todos a una
que ha llegado la hora!.
Desembocan en el río
y trepan por la ladera
con tanto coraje y brío
que llegan a la Costera
en la primera embestida
combatiendo como fieras.
Ante el ímpetu cristiano
y la aragonesa enseña,
los guerreros mahometanos
se repliegan a la Peña.
Un chorfa que en la mezquita
está haciendo su oración,
al oir que la gente grita
sale a ver por qué razón.
Se turba el recogimiento.
¡Son los cristianos!.¡Santón
que vienen!.¡Un escarmiento
a esos perros daré yo!.
¡A combatir musulmanes!
¡Morid al pie de la llama!.
¡Y los cristianos desmanes
hay que impedir por Mahoma!.
Y cruzando la plazuela
con una piedra en la mano,
cual mortal proyectil vuela
sobre el caudillo cristiano,
pero como está estribado
e iba a caballo al galope
es por el suelo arrastrado.
Sin tiempo a que lo desarmen
lo retiran de la rampa,
que hoy es la calle del Carmen,
mientras la fuerza aún ataca.
El vizconde de Cardona
a en Entenza aprisa llama
y los dos acuerdo toman
de suspender la batalla.
En el huerto de naranjos,
donde hoy la Iglesia se alza,
Artal de Alagón postrado
no ve a su gente venir,
por si los moros avanzan
a quererlos combatir.
A curarle las heridas
ven que todas son mortales.
La hueste está percibida,
el botín delante sale
en dirección a Valencia
a presentarlo al Rey Jaime.
De Don Artal las dolencias
lamentan los almogávares;
lo tienden en una mula,
que es la marcha más suave
que los caballos que usan
y empiezan a retirarse.
Ceñudos, graves, altivos
van abandonando el huerto,
muy firmes en los estribos
los estandartes al viento.
Los moros de lejos miran
y no se atreven con ellos.
Victoriosos se retiran
los cristianos.¿Qué es aquello?.
Que Artal de Alagón expira
en medio de sus guerreros,
con sus banderas erguidas
ondeando con el viento.
Rauda vuela a la presencia
de Dios, el alma de Don Artal.
Le da sus restos Valencia
sepulcro en su Catedral.
No llegando a cien leones
forrados de fuerte acero,
almogávares, peones
y hasta quince caballeros.
NOTA: Juan Nepomuceno Chicó Amat escribió este romance. En él se relatan los hechos referentes a la conquista de Sax (Alicante). Intento en el cual, Don Artal de Alagón entregó su vida.
Miguel Villar González compuso el Poema Sinfónico ARTAL DE ALAGÓN, inspirado en este texto.
Luis Casanova Villagrasa, nos dio la pista para encontrar este romance histórico sobre el Conde de Sástago
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